jueves, 12 de marzo de 2009

Fecha 5

Muros de Balfonus

Teníamos solo cuatro días, los barcos de Ker-Dalis y el ejército de Ayax ya estaban cerca de la ciudad. Los números no eran alentadores, teníamos trece mil infantes, de los cuales dos mil eran arqueros y pudimos reclutar seis mil campesinos. Nos superaban ampliamente en número, por el Norte Ayax llegaba con treinta mil hombres, Ker-Dalis por el sur traía diez mil en sus barcos de guerra. La proporción era, en el mejor de los casos, y contando nuestras tropas sin entrenamiento, de dos a uno.
Los primeros días fueron un caos, los campesinos tomaron sus palos, guadañas y hachas, yo los intenté organizar lo mejor que pude. Kelies reforzó el faro y protegió la bahía teníamos un trebuchet pesado, seis normales y ocho catapultas, cinco galeones de guerra y cinco fragatas, el resto eran barcos pesqueros. Rogué que no nos atacaran también los tres barcos voladores o estábamos muertos.
No podíamos ponernos de acuerdo con la estrategia, cada uno trabajó por su lado y nos olvidamos de hacerlo en equipo. Nos reuníamos pero no llegábamos a nada. Kelies armó un sistema de rieles para mover las catapultas a lo largo de la bahía y hasta el palacio ducal. El último día por fin pudimos planear la estrategia. Había que dividirnos, no había opción. La guardia negra se encargaría de defender la puerta principal, yo cubriría la puerta más al sur y Lucasz la que estaba aún más sobre la bahía. Kelies se refugiaría en el puerto, una de las fragatas sería el último escapa en caso de que lograran tomar la ciudad. Vincent comandaría a los chocobos en el Norte. Aún así deberíamos ver como se planteaba la batalla y movernos en el momento.
-Cuidala, no la pierdas. Nos vemos en el puerto- le dijo Vincent a Armand y se dirigió a su puesto. Los magos, unos trescientos se dividieron entre las distintas unidades. Eran sesenta magos blancos, el resto eran magos rojos y negros.
El día de la batalla se presentó lluvioso. Silvan y Vincent miraban hacia el norte, el ejército de Ayax se dirigía inexorablemente hacia la ciudad, desde la muralla Vincent le preguntó:
-¿Cómo lo ves?
-¿Cómo veo qué? Fácil- dijo y le sonrió- El problema no lo tendremos aquí.
A lo lejos vieron como los hombres que estaban tatuados se convirtieron en horribles aberraciones.
-¡Uh más difícil!- agregó Silvan.
Vincent se dirigió hacia los terrenos de granja donde lo esperaban los chocobos y sus jinetes. El ejército de Ayax no se hizo esperar y comenzó a bombardear la muralla norte que enseguida cayó. Los jinetes se batieron contra un ejército que lo superó tanto en número como en fuerza. Los sobrevivientes retrocedieron hacia la puerta principal, allí la guardia negra aguantaba brillantemente las tropas enviadas en oleadas, hasta que ya no quedó más que el suelo sembrado de cadáveres y comenzaron a entrar por los dos frentes. El punto de retirada era el palacio ducal y todos los que aún seguían en pie se retiraron allí.
La puerta sur resistió, los soldados que luchaban junto a Lucazs y junto a mí pelearon de igual a igual, hasta que también lograron reducirnos, pero se quedaron sin tropas de ese lado, los habíamos liquidado a todos, a costa de muchas vidas.
Kelies se encargó de los barcos, la enorme cadena que habíamos usado para unir ambos extremos de la bahía dio cuenta de los primeros galeones. Los barcos pesqueros fueron incendiados pero Kelies les disparó desde la costa y varios barcos enemigos se hundieron en el mar. También nuestros barcos fueron blanco de los cañones, hasta que solo resistió una fragata, la de Kelies. Habían logrado liquidar a las tropas de Ker-Dalis.
En el palacio ducal se reunieron los sobrevivientes, se había hecho una pausa en el combate, a lo lejos vieron como Ayax conferenciaba con Ker-Dalis sobre el transcurso de la batalla, seguramente no esperaba perder siete unidades de mil hombres cada una en la puerta principal. Vincent nos llamó, pocas eran las tropas que quedaban en el sur, pero había que ir a asistirlos, querían el palacio ducal, y por el sur ya no venían más tropas. Nos reuniríamos allí, para resistir hasta el final.
-¿Qué vamos a hacer?- dijo el duque.
-¿Soportar? ¿o quieren rendirse?- dijo Vincent, estaba muy enfadado, o eso parecía.
-No… no. Pero ya casi no tenemos defensas.
-Si quiere puede ir a pactar con los no muertos y las aberraciones.
Vieron como se acercaba un mensajero portando una bandera blanca.
-Tengo un mensaje del general Ayax. Él solicita que entreguen la ciudad por las buenas.
-¿Qué nos garantizaría en caso de entregar la ciudad?- preguntó el duque, Vincent lo miró muy mal.
-No habrá más muertes, la ciudad quedará bajo su mando y dejará ir a los soldados que depongan las armas ¿qué debo responder?
-Dile al general Ayax que si quiere mi tierra tendrá que matarme.
Cuando llegué con Lucasz y algunos pocos campesinos y arqueros la batalla ya se había reanudado en torno al palacio. Nos estaban superando una vez más hasta que llegó Kelies en la fragata y comenzó a bombardearlos. Las últimas unidades de ambos bandos cayeron, y nos vimos luchando palmo a palmo por no perder el palacio. Solo quedábamos Armand, Lu, Kelies, Vincent, Thomas, quince soldados y yo. Ker-Dalis estaba junto a veinticinco aberraciones. Ayax había desaparecido.
Vincent, Kelies, Thomas y yo fuimos contra Ker-Dalis mientras los demás se batían a nuestras espaldas. La batalla contra el lugarteniente de Ker-Danull no fue nada fácil, lo golpeamos varias veces y nuestros ataques no parecían dañarlo, cuando comenzó la batalla no podíamos lograr conectar ni un solo golpe. Él concentró sus ataques en mí y en Vincent. Mientras Kelies le disparaba a distancia y sus balas pasaban rozándome. Thomas hizo un ataque de hielo en área y no lo vi venir, sé que a Ker-Dalis le afectó y no me preocupó que también me hubiera alcanzado, sino lo deteníamos ¿quién quedaría para seguir luchando allí?
Kelies usó su arma de rayo y vio que ésta sí hacía mella en el enemigo. Thomas volvió a mezclar sus pospones y consiguió un líquido verdoso que volvió a dañar a nuestro oponente que cansado mutó en una horrible araña gigantesca. El monstruo intentó varias veces apresarnos entre sus tenazas, atacó a Kelies y él quedó bastante mal herido. Vincent utilizaba su guadaña oscura, le costaba pegare a esa cosa y yo era la única que lograba hacerle el suficiente daño físico. Pero en un momento de la batalla la araña saltó y nos arrojó un ataque venenoso. No logré esquivarlo a tiempo y no supe que pasó hasta que sentí que alguien me arrojaba un líquido y mis heridas se cerraban, era Vincent que había revuelto las pertenencias de Thomas que yacía en el suelo inconsciente. Kelies disparaba desde lejos. La araña golpeó una vez más a Vincent y él cayó. Ahora solo quedaba yo, iba a morir o iba a morir él. Si yo moría el resto no tendría oportunidad contra ese bicho. De repente sentí una enorme energía fluir de mi cuerpo y un aura blanca me rodeó. Jamás había sentido algo así, había escuchado que en situaciones límite podía pasar que el cuerpo reaccionara de esa forma e incrementara la fuerza a niveles superiores, pero jamás lo había visto, ni lo había experimentado. Le pegué a la araña dos veces más y por fin cayó muerta. La batalla había terminado.
En el suelo Armand intentaba ayudar a Vincent.
-¿Armand?
-Sí, ¿quién pensaste que era? ¿dios?
-¿Ganamos?
-Técnicamente, sí.
-¿Dónde está Ayax?- dije, corrí hacia afuera pero no había nadie, el muy cobarde había huido. Aunque sabía que eso era lo mejor, si lo enfrentaba en esas condiciones mi muerte era segura.
Volví a la sala principal del palacio. Busqué una poción para restablecer que me había dado Thomas y se la entregué a Vincent, pero él me frenó antes de que pudiera arrojársela.
-Tomala vos.
Pero yo no iba a hacerlo, Lu estaba muy herida así que se la di a ella. Kelies me agradeció. Ella no tenía por que estar ahí, al igual que él, y sin embargo nos habían ayudado, y sin su ayuda probablemente todos hubiéramos muerto. Al igual que si no hubiéramos tenido a Vincent planeando la estrategia. Pero… ¿qué quedaba ahora? Nada, solo una ciudad llena de cadáveres.
-Vamos a tener que enseñarles el camino a muchos- dijo Vincent.
-Sí, nos vendría bien la ayuda de un invocador- le dijo Armand.
Me senté en el suelo exhausta, vi como Vincent comenzaba a apilar los cadáveres por un lado y los pertrechos por el otro. Kelies llegó hasta el lugar donde se había desintegrado la araña y encontró un medallón en el suelo. Alrededor del mismo no había ácido, como si este objeto lo repeliera. Kelies levantó el medallón y lo guardó en su bolsillo.
La gente empezó a salir de las casas, se escuchaban los llantos de aquellos que habían perdido algún ser querido. Decidí ayudar en lo que pudiera a la gente de la ciudad, mientras Armand y los magos blancos comenzaban con el ritual de envío. Eran demasiados para tan pocos.
Cuando Vincent llegó a la puerta principal los cadáveres de la guardia negra ya no estaban. Vio como Silvan los tocaba en la frente y murmuraba: “Su trato ha terminado” y el cuerpo desparecía de este mundo, sin dejar rastro.
Kelies estaba ayudando, en un momento que estuvimos uno al lado del otro me preguntó:
-¿Qué fue eso?
-Parece una especie de envío- le respondí pensando que se refería a lo que había hecho Silvan.
-No, “eso”.
-¿Lo que yo hice? No sé, una vez en la academia me dijeron que en ciertas situaciones de peligro podía pasar algo así…
-Me das miedo.
-No lo haría contra mis compañeros.
-¿Me considerás un compañero?
-Peleamos juntos contra un demonio y una araña gigante, creo que mínimamente somos compañeros.
Pasó el día mientras intentábamos reunirnos los sobrevivientes y nos volvíamos a organizar. Todavía no habían terminado los envíos y llevaría mucho más tiempo. Nos juntamos todos a la hora de la cena.
-¿Y ahora que vamos a hacer?- preguntó el duque.
-¿Qué vamos a hacer? Ver esto como una victoria, sino la muerte de ellos no va a servir para nada- dijo Vincent.
-¿Cómo sigue esta guerra? No tenemos tropas para ir a Marina…
-Podríamos atacar Zeltenia.
-¿Con qué tropas?- le dije.
-Tenemos aún algunas fragatas, podríamos reunir algunas más.
-No podemos atacar con esos números. La única opción es utilizar esta situación para mostrarles que Janus aún vive y es el auténtico rey. Pero sería un gran riesgo…
-Si entramos a Marina con Janus a él no le quedaría más opción que revelarse abiertamente- dijo Silvan refiriéndose a Lazlo- En ese caso podríamos reclutar soldados de los demás reinos, pero hay otro problema…
-Ker-Danull- dijo Vincent, exteriorizando el pensamiento de todos los presentes- No podemos hacer nada hasta que no lleguen los demás con el anillo de la dinastía.
-Pero aún así, Ayax ahora no tiene tropas, quizás podríamos intentar recuperar Imbrus, no debería haber allí más de mil soldados- dijo Silvan.
-Y Ayax no va a poder continuar con la expansión sino tiene tropas…
-Habría que hablar con el vigía, lo más lógico es ir por Imbrus.
-¿Pero cómo llegaríamos allí?
-Yo tengo un barco volador- dijo el duque- pero es pequeño.
-¿Podría transportar a diez personas?
-Sí.
-Kelies, ¿creés que podés acondicionarlo, instalar algún cañón o catapulta?
-Sí, solo necesito algo de tiempo.
-Mientras podríamos hablar con los prisioneros- dijo Vincent y pidió que trajeran a uno de ellos.
-Hora de hablar- le dijo Silvan.
-Mis labios están sellados.
-No necesitás el pie para hacerlo…- dijo ella y le clavó la lanza. El hombre no parecía dispuesto a hablar y cuando lo escupió Vincent comenzó a estrellarle la cabeza contra el piso ante cada negativa.
-La idea era no matarlo…- le dijo Silvan.
Kelies y yo no soportamos seguir viendo ese espectáculo y nos fuimos de allí.
Poco después vimos salir a Vincent con el prisionero, lo empezó a ahogar en el bebedero de los chocobos.
-Tú no eres como tu padre, tú no eres un asesino…- Vincent le sumergió la cabeza una vez más- Estúpido, podrán haber ganado esta batalla, pero nosotros vamos a volver…
Vincent sacó una daga y le cortó las muñecas, el cuerpo quedó flotando en el agua.
-Pero los chocobos toma eso…- dijo Silvan.
-¿Qué?
-Ensuciaste todo… había otras formas.
-¿Querés enseñarme?
-Podría…
Fui hacia la bahía, allí habían llevado los cuerpos y era donde estaban haciendo los envíos. Armand había estado allí todo el día. Lo vi realmente cansado y me preocupé.
-¿Estás bien?- le pregunté.
-Sí, solo un poco cansado.
-Deberías descansar un poco.
-No puedo, hay que seguir trabajando, no los podemos dejar así…
-Si te desmayás no vas a poder trabajar.
-Puedo descansar más tarde.
Volví al palacio del duque, Vincent le decía a Kelies que debía empezar a trabajar de inmediato en el velero del duque.
-¿Qué vamos a fabricar?- le preguntó Lu.
-Un cañón de rayos- dijo Kelies frotándose las manos.
-¿Y cómo vamos a hacerlo? No tenemos magicita.
-Quizás con una aleación… voy a tardar un poquito…- le dijo a Vincent.
-¿Cuánto?
-Una semana
-No, es mucho tiempo- dijo Silvan.
-Está bien ¿por qué no vamos a descansar? Lo veremos mañana.
Volví a la bahía, Armand continuaba trabajando en el ritual de envío junto a los magos. Me acosté en un rincón y me quedé dormida.
En mi sueño apareció Ker-Dalis, era extraño hasta ese día había soñado siempre con Ayax. Estaba sentado en una silla, recostado hacia atrás, los pies descansaba sobre una mesa.
-Buen golpe- me dijo- muy buen golpe.
-¿Esto es un sueño?- le pregunté. Él no me respondió. Parecía demasiado “real”.
-Había una trampa en nuestra estrategia… ¿no lo notaron? Ustedes creen que triunfaron, pero nosotros fuimos los que ganamos, ahora ya no tiene más nada para defenderse.
Me desperté, me dirigí hacia la orilla y vi como las almas de los humanos que se habían convertido en aberraciones no subían al cielo, se convertían en motas negras que se adentraban en el mar.
-Armand, necesito hablar con vos, es urgente.
-¿Qué pasó?
-Tuve un sueño, Ker-Dalis me dijo que había una trampa- le mostré las motas negras- Mirá ¿las ves?
-Sí, pero… ¿qué querés que hagamos? Hay que hacer el envío…
-Dejen de hacerlo, no sabemos qué puede estar pasando con ellos.
-No podemos Victoria, ellos necesitan irse.
-Háganlo.
-¿Es una orden?
-Si querés que sea una orden, lo es. Además ya es hora de que descansen.
Cuando Armand dio la orden se armó un acalorado debate entre los magos. Se empezaron a ir hasta que me quedé allí sola. Si alguna de esas cosas se levantaba, iba a tener que vérselas conmigo. Pero eran demasiados, si todos ellos se levantaban a la vez íbamos a morir. Rogué no haberme equivocado. No podría cargar jamás con esa culpa. Ojalá hubiera estado Alex conmigo, ella seguro no se hubiera arrepentido de su decisión. Me senté en el suelo, el nodachi preparado sobre mis rodillas. Si se levantaban no iban a pasar, salvo sobre mi cadáver.

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