martes, 24 de marzo de 2009

Fecha 6


Galbrenos


La noche había sido muy larga. Había estado vigilando la bahía y cada tanto me parecía ver algún cadáver moviéndose. Me acercaba a ellos pero cuando los veía más detenidamente no se movían. Me pregunté si no había hecho mal en detener los envíos, al menos no había motas negras en el aire. El olor comenzó a ser insoportable. Estaba exhausta, llena de heridas, y además Armand se había enfadado conmigo. ¿Que nadie podía entender porqué tomé esa decisión? ¿Qué haríamos si llegaba por mar alguna abominación peor que las que ya habíamos visto? No teníamos defensa, ya no había ejército y además los que aún podíamos pelear estábamos demasiado cansados.
Al amanecer decidí ir a ver al duque, yo no iba a decidir si era conveniente o no seguir haciendo los envíos. Necesitaba que alguien me creyera pero eso no parecía ser posible, hasta me pregunté si todo no había sido mi imaginación…
Pero antes de eso necesitaba ir a ver a Armand, él tenía que ayudarme, necesitaba confirmar qué era lo que estaba generando las motas negras. Cuando llegué a su habitación golpeé la puerta y él me dejó pasar.
-Sí…- aún seguía muy enfadado y me hablaba como si yo fuera su superior al mando. Así que si él quería que lo trate así, así lo iba a tratar.
-Necesito que vengas conmigo.
-¿A dónde?
-A la bahía, necesito saber que pasaría si seguimos con los envíos.
-Victoria, vos sola viste esas motas, nadie más las vio… ¿No pensás que pudo haber sido tu imaginación?
Eso que me dijo me dolió.
-No podía arriesgarme, y no voy a hacerlo ahora.
-Si lo permitís, voy a ir a continuar con mi trabajo, esas personas necesitan descansar en paz- me habló tan fríamente que decidí irme de allí, si Armand no me creía igualmente iba a decírselo al duque, que fuera él el que decidiera qué hacer con su ciudad.
-Hacé lo que quieras- le respondí tan fríamente como él me había hablado a mí.
Fui de inmediato al despacho del duque.
-Duque necesito hablar con usted- allí también estaban Vincent y Lucazs.
El dejó de hacer lo que estaba haciendo y me miró.
-Dígame señorita.
-Ayer a la noche tuve un sueño, pero era demasiado real, tanto que no podría asegurar si fue un sueño o no. En él Ker-Dalis aparecía diciéndome que no habíamos ganado, que habíamos caído en su trampa. Cuando me desperté vi unas motas negras salir de los cuerpos de los que habían sido aberraciones, se dirigían hacia el mar, en vez de ir hacia el cielo.
-¿Y por qué me dices esto ahora?
-Anoche ordené que cesaran los envíos.
Todos me miraron muy mal, excepto Vincent, creo que él sí me creía después de todo, quizás porque él había conocido a Ker-Danull sabía lo que esos seres eran capaces de hacer con las mentes de las personas.
-¿Qué hiciste qué?
-No sabíamos qué eran esas motas negras, no podía dejar que continuaran, además los magos estaban exhaustos, necesitaban descansar.
-Pero los envíos tienen que seguir…
-Ahora, no voy a ser yo la que decida qué es lo más conveniente, yo ya les advertí lo que vi, usted es el que tiene que decidir qué hacer con los cuerpos.
Di media vuelta y me marché a mi habitación. Necesitaba descansar. Sabía que seguramente el duque volvería a ordenar que se hicieran los envíos, después de todo yo solamente era una contra todos los demás.

-¿Siempre es así?- le dijo Lucazs a Vincent.
-Sí, pero no creo que haya mentido, usted comprenderá que el estrés que vivimos ayer pudo haberle hecho ver algo que no era.
-Eso es normal en las batallas, debería aceptar la madurez. Su padre y yo vivimos situaciones mucho peores que esta.
-Dígame capitán ¿cuántas veces estuvo frente a un Lucavi?
Él no dijo nada.
-Debería comprender que aunque haya peleado en una guerra no significa que deje de ser una niña de dieciocho años.
-Bueno, ya dejen de discutir por favor- dijo el duque- Voy a ordenar que continúen con los envíos de inmediato.

Lu lo despertó a Kelies por la mañana, el olor de los cuerpos comenzando a descomponerse era insoportable para todos.
-Eu! Eu! Despertate ¿no podés crear una máscara de gas?
-Un trapo con vinagre serviría- le respondió Kelies.
-Algo más flashie…- él se quedó pensando- Ah! Ya tardaste mucho ¿Qué vamos a hacer?
-Por el momento, ir a desayunar.
-¿Cómo va el tema del barco?
-Ya está.
-¿Dónde está Victoria?
-Debe estar con Armand…
Cuando llegaron al comedor se encontraron con él.
-Que caripela- le dijo Kelies.
-Estoy cansado. Estuve enviando almas al otro mundo.
-¿Estuviste con Victoria?
-No quiero hablar de eso ahora…- dijo terminante- ¿el barco está terminado?
-Sí. ¿Por qué no hacen turnos con tus compañeros magos? Eso les permitiría descansar.
-Voy a continuar mi trabajo- dijo y desapareció.
Cuando Vincent lo vio salir a Armand lo interceptó.
-Armand ¿hablaste con Victoria? ¿Te dijo lo que vio?
-Sí, creo que tuvo un sueño y lo tomó por realidad, los envíos tienen que continuar o los muertos regresarían como criaturas monstruosas de todas maneras. Ahora si me permitís tengo que seguir trabajando.
Vincent entró al comedor en busca de Kelies y le preguntó si podían arreglar todo para salir esa misma tarde. Él le dijo que ya estaba todo casi listo. Llegó al momento Thomas que se puso a jugar con Lu una especie de juego de manos y Vincent les dijo:
-Estamos en una guerra entre la vida y la muerte, por favor tratemos de ser un poquito más adultos…
-Bueno…- dijo ella.
-Porque lamentablemente, somos los únicos que podemos hacer algo por este reino. Ahora voy a hablar con Victoria, estén listos para partir lo antes posible.
Vio que Lu tomaba una postura incómoda y que ella consideraba adulta.
-¿Te pasa algo?- le dijo Vincent.
-Soy una mujer seria y distinguida- dijo mientras hacía que fumaba un grisín- Todos en la mesa se rieron. Vincent se dio cuenta de que esa actitud infantil solo era una forma de evadir la realidad.
-Creo que en el bar no “mojó”- le dijo Thom a Kelies cuando ya se había ido.
-Creo que no…- estuvo de acuerdo su compañero.

Vincent se dirigió hacia mi habitación. Al primer golpe no atendí, pero fue insistente así que me levanté y abrí la puerta.
-Perdoname si te desperté.
-¿Qué?- le pregunté reprimiendo un bostezo.
-Nos vamos hoy a la tarde.
-¿A dónde?
-A Sielestene.
-Está bien, no tengo mucho para empacar.
-Ahora descansá, todavía hay tiempo.
Solo había una cosa que me impulsaba a querer volver allí, quería saber como estaba mi padre.
Vincent volvió al comedor, le habían dicho que Silvan se encontraba allí. Ella estaba desayunando y él se sentó a su mesa.
-Buenos días Silvan.
-Hola Vincent.
-Voy a ir a Sielestene, supongo que vendrás con nosotros.
-Bueno, vamos ¿y para qué?
-Quiero hablar con Janus, creo que ahora la única posibilidad que tenemos es negociar con Galbrenos, y necesito saber si él está de acuerdo y hasta donde podemos negociar.
-Si es para ofrecerle una parte del país desde ya te digo que no, no estamos a favor del separatismo.
-Por eso quiero hablar con él.
Luego de la charla Vincent decidió ir a pedirle ayuda económica al duque, necesitábamos reabastecernos y le iba a pedir a Kelies que comprara algunas cosas útiles. Fue al angar a buscarlo y de paso ver como iban los preparativos del barco.
Cuando llegó vio al ingeniero cociendo, a Thomas dándole los últimos toques de pintura al barco y Lu estaba cantando. El barco se llamaba “El cazador de los cielos” y detrás del nombre le habían agregado la palabra “adulto” y le habían dibujado un ojo guiñando. No podía haber sido otra que Lu.
-¿Qué estás haciendo?- le preguntó Kelies.
-Hago unos paracaídas para un caso de emergencia.
-¿Querés ir a comprar?
-Ya fui ¿no lo notás?
-Me refería a comprar cosas en serio… Necesitaría mejorar mi espada.
-Para eso necesito magicita, tiempo y plata.
Ambos se dirigieron al mercado pero solo encontraron allí equipo básico. La gente de la ciudad estaba ayudando en lo que podía y eran pocos los negocios abiertos. Vieron como las motas blancas se elevaban donde Armand y los demás magos estaban haciendo los envíos. La gente ataba los cuerpos y los arrojaba al mar. Muchos lloraban. Vincent intentó reprimir las lágrimas y le dijo a Armand:
-Después de comer ¿podrías venir al angar?
-Sí, ahí voy a estar- le respondió cortante.
Pasaron algunas horas y Armand fue a buscarme.
-Victoria ya es hora de irnos. Te preparé algo de comida para que puedas comer algo durante el viaje.
-Gracias ¿ya se te pasó?
Parecía que lentamente volvía a ser el mismo Armand de siempre. Aunque creo que después de todo lo que habíamos vivido todos habíamos cambiado en mayor o menor medida. Fuimos hasta el hangar. Lu parecía contenta y Thom estaba bastante serio. Vincent nos reunió a todos para contarnos su idea. Quería hablar con Galbrenos y pedirle que se nos uniera. A mí no me gustaba nada eso, no confiaba en absoluto en ese hombre, pero también admití que no había muchas más opciones. La guardia negra podía combatir siete a uno, pero también eran mortales y en número nos superaban demasiado ampliamente, si nos uníamos a Galbrenos teníamos una oportunidad para acabar con Lazlo y recuperar Marina.
-Creo que Galbrenos aceptaría si le ofrecemos más de lo que le ofreció mi padre.
-A ver si entendí lo que querés decir- dijo Silvan- Vos querés decir que Janus hable con Galbrenos para comprobarlo…
-Es demasiado riesgoso- dije.
-No dije eso, habría que ver hasta donde Janus quiere negociar. Hay que decirle a Galbrenos que mi padre lo puede traicionar. Yo podría ir a hablar con él.
-¿y por qué no seguimos el plan original? Por qué no vamos a Imbrus.
-Porque no tenemos con qué.

Cuando llegamos a Sielestene nos recibió Soren que enseguida nos concertó una reunión con Janus y Khran.
-Los felicito por la defensa de Balfonus, estuvieron muy bien… pero ahora no tenemos más ejércitos…- dijo Khran.
-Tengo una idea su majestad…- le dijo Vincent y le contó su idea de convertir a Galbrenos en un aliado- Puede que Galbrenos todavía no sepa que la “ayudante” de mi padre es Ker-Danull, y si lo sabe, aún podríamos apelar a su humanidad.
-También está la posibilidad de que sí sepa, o de que sea muy amigo de su padre.
-Yo creo que los Seis Leones solo quieren un cambio en el gobierno para ver que beneficios pueden obtener.
Sabíamos que las tropas que tenía el enemigo eran en su mayoría de Galbrenos, que además de sus soldados había pagado mercenarios de Daramond. El resto eran de Zelten. Los demás Leones no tenían ejército solo proporcionaban alimentos o pertrechos.
-¿Qué podemos ofrecerle a Galbrenos?
-Darle más territorios, si eso es lo que quiere. Debería hablar con él- dijo Janus.
-No, usted no, deberían ir enviados.
-¿Y quién tendría tanto valor?- Varios me miraron a mí. Kelies me señaló directamente.
-Yo iría si me lo pide su majestad- dije.
-Yo voy si va la mujer del fierro grande- dijo Kelies.
-Vos no tenés un título…- le dijo Lu- Además nosotros somos del Imperio.
-Bueno, no se preocupen ¿alguien me prestaría una espada?- dijo Janus, Khran le entregó la suya- Arrodíllate- esperó a que Kelies lo hiciera y le puso la espada al hombro- Te nombro ingeniero real- Kelies se paró y Lu le dijo:
-¿Nos van a pagar más ahora?
-No lo creo…
-Si Galbrenos quiere tierras acepten, si quiere un título, acepten.
La reunión concluyó y decidí ir enseguida a ver como estaba mi padre. Los doctores me dijeron que estaba bien, que aún gritaba el nombre de una mujer, el de mi madre, y el mío. Fui a su lado y esperé pero él no se despertó. En su delirio me dijo que tenía que unirme a Ayax, no dudé que su mente todavía seguía demasiado confundida.
Cuando salí de la habitación me encontré con Armand.
-¿Cómo está?
-Está bien, pero su mente aún no se recupera, ahora me dijo que tengo que unirme a Ayax, a ese maldito que casi lo mata, casi nos mata a nosotros y destruyó las fuerzas de Balfonus.
Pero la realidad era que no nos había matado, y si hubiera usado una mejor estrategia hubiéramos perdido Balfonus. No, no iba a pensar siquiera en unirme a él, jamás. Tenía que pagar por lo que había hecho.
-Perdoname por haberte hablado así ayer- me dijo Armand.
-Está bien, no importa, quizás si imaginé después de todo.
-Deberías ir a tratarte esas heridas. Cualquier cosa ya sabés donde estoy.
-¿Dónde?
-En la habitación de al lado, tonta- me dijo sonriendo.
Volví a entrar a la enfermería y me quedé junto a mi padre mientras me recuperaba de las múltiples heridas que había recibido. Me dolía todo el cuerpo, tanto que recordé los primeros días que había entrenado con Alex ¿dónde estaría ella ahora? Esperaba que el padre la estuviera cuidando.
Kelies recibió un permiso de Khran para comprar y abastecerse antes de salir. Le pidió magicita para mejorar su arma, y él le dio bastante más.
Cuando llegó al lugar que le habían indicado lo atendió un anciano.
-Jovencito…
-Vengo por magicita, 250 gramos me fueron concedidos.
-¿Tiene los papeles?
-Tengo esto- dijo mostrando un sello real.
-No veo los papeles…
-¿Me prestaría papel y lacre?
-Ah! ¿cuánto quiere?
-No, le estoy diciendo que me preste un papel y lacre- Kelies ya estaba perdiendo la paciencia. El anciano le dio lo que había pedido y él redactó un documento para dárselo.
-¿Y usted es?- le preguntó- ¿qué necesita?
-Le dije que vengo por magicita, aquí tiene la orden- y le entregó el papel que acababa de escribir.
-Espere que busco los anteojos…
En ese momento llegó Silvan.
-¿Problemas?- dijo mirando a Kelies- Podés atenderlo, Janus lo nombró ingeniero real.
-Ah! Hola Silvan. Está bien, le voy a dar lo que pide- dijo hablando con un tono de voz totalmente distinto. Kelies no lo podía creer, se había estado burlando de él todo el tiempo. “Viejo de mierda” pensó.
Todos nos volvimos a reunir luego de algunas horas. Kelies me entregó una tiara y yo le pregunté:
-¿Qué es esto?
-Una tiara.
-Sí, ya lo sé, pero ¿qué hace?
-Va a hacer que pegues más preciso.
Lu lo vio y enseguida le dijo:
-¿Qué me trajiste? ¿Qué me trajiste?
-Tomá, le dijo y le entregó un anillo.
Ella se lo quedó mirando…
-Ay ¿en serio? Sí, acepto!
Kelies se tomó la cabeza y Armand aprovechó la situación para “vengarse”.
-Yo puedo casarlos ahora si quieren.
-Yo puedo ser uno de los testigos- dijo Vincent.
-Y yo el otro- agregué.
Kelies se puso pálido. Armand comenzó la ceremonia pero cuando llegó a la parte donde Kelies debía responder “acepto”, Lu dio marcha atrás.
-No, no quiero. No te veo convencido…
“Gracias” pensó y me dijo:
-Será mejor que vos tengas esto- dijo y me entregó el anillo- Es un anillo de protección.
-¿Y yo?- dijo Lu.
-Te podés quedar con la tiara.
-Armand, a vos te va a servir más que a mí- le dije y le entregué el anillo.
-¿Estás segura? ¿No se supone que tendría que dártelo yo?
Me reí con ganas.
-Al menos logré que sonrieras- dijo y se puso el anillo de protección.
Ya no había más que hacer que ir a ver a Galbrenos. Fuimos hasta su campamento y lo primero que tuvimos que hacer fue entregar nuestras armas. Yo fui la última y no me gustó nada dejar el nodachi que había sido de mi padre. No emití opinión, decidí confiar en que nos devolverían todo al salir, si es que no decidían retenernos… o matarnos.
-Joven Justorius…- le dijo Galbrenos cuando estuvimos en su tienda.
-Duque Galbrenos- Vincent nos presentó a todos por nombre y título, yo no sabía nada de política así que lo dejé en sus manos. A Galbrenos lo custodiaban la mujer que lo había acompañado en Marina armada con su arco y un mago rojo. Yo me paré detrás de Vincent. Cuando él dijo mi nombre, recibí un insulto de ese maldito.
-Victoria Lestrange, capitana de la guardia real de Marina.
-Ah! Un ascenso por la exitosa defensa de la ciudad.
-¿Defensa de qué?- le respondí.
-Tomen asiento por favor.
Todos se sentaron menos yo que pretendía quedarme parada detrás de Vincent. Él me tomó la mano y me obligó a sentarme. Por una vez le hice caso…
Vincent comenzó a hablar, no recuerdo exactamente que le dijo pero recuerdo la parte de que Janus le había dado orden de igualar o mejorar la oferta de su padre.
-¿Janus quiere comprarme?
-No exactamente…
-¿Qué me puede ofrecer él que ya no tenga?
-Yo mantendría todas las concesiones que usted tiene ahora con mi padre. En cuanto a lo demás… se puede negociar.
-¿Usted conoce Kwon? Allí hay una figura llamada shogun.
-No estoy al tanto.
-Es una figura que se ubica por debajo de la autoridad real pero comanda todos los ejércitos.
-O sea que se encargaría de la defensa del reino…
-Así es.
-Déjeme hablarlo con Janus.
Este hombre pedía demasiado, eso era mucho poder para un solo hombre y en caso de morir Janus (mejor dicho en caso de ser asesinado), él quedaría al mando de todo. Además Vincent lo puso al tanto de los aliados que tenía su padre.
-Quizás sus magos le hayan hablado de los lucavi…
-Presumo que tu padre debe saber.
-Y lo usa ampliamente. Vio la mujer que lo acompañaba siempre…
-¿Ker-Danull?
-Así es.
-No se preocupe, antes de ser una hormiga trabajadora de su padre prefiero ser “sub-rey”. Si Janus acepta mis demandas, que un familiar mío se enlace matrimonialmente con el duque de Caliad y se mantienen las concesiones económicas, lo que pides es un hecho.

Una vez en Sielestene nos reunimos nuevamente con Khran y Janus.
-¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué es lo que quiere?- preguntó Janus.
-Quiere ser el shogun de Marnell- dijo Vincent.
-El virrey- dijo Kelies.
-El segundo al mando.
-Shogun es un título en Kwon…- dijo Janus.
-Así es.
-¿Y el puesto este lo quiere hereditario?- dijo Khran.
-No necesariamente- le respondió Vincent.
-No dijo nada al respecto- dije.
-Además quiere el Caliad y las mismas concesiones económicas que hoy tiene con mi padre.
-Es un noble, quiere poder, tierras y dinero- dijo Khran.
Janus al final dijo que firmaría el acuerdo con él y que le pediría que recuperara Marina como primera misión. Yo pensaba que eso era demasiado riesgoso.
-Es demasiado poder para un solo hombre- dije.
-Si la situación con Galbrenos se descontrola, nosotros nos encargaremos- dijo Khran.
Janus estaba demasiado presionado y se fue a descansar, creo que esa situación era demasiado para él.

Al día siguiente llegó Galbrenos, sin recibir respuesta se presentó en Sielestene. Iba con su mujer y no llevaba armas.
Fue dirigido hacia la misma habitación en la que nos reuniéramos el día anterior.
-Ayer se me hizo una oferta ¿sigue en pie?
-Sí, así es, y los concedo- dijo Janus.
-Perfecto su majestad.
-Ahora bien, el puesto de virrey será para su persona, después lo decidirá el rey de Marnell.
-Pensé que sería hereditario, como todo título.
-No.
-¿Mientras no muera el puesto es mío?
-Sí.
-Hecho.
-Una cosa más, si te quedas con el Norte, es la frontera con Daramond, no aceptaré que venda mis tierras.
-Ahora soy aliado a Marnell- dijo Galbrenos.
-Entonces tu primera misión es recuperar mis tierras.
-Bien, tengo una estrategia. Vas a volver a tu trono rápido. Lo primero que vamos a decir es que Lazlo es un usurpador, que Janus está vivo, y que le daremos el trono a su hijo.

jueves, 12 de marzo de 2009

Fecha 5

Muros de Balfonus

Teníamos solo cuatro días, los barcos de Ker-Dalis y el ejército de Ayax ya estaban cerca de la ciudad. Los números no eran alentadores, teníamos trece mil infantes, de los cuales dos mil eran arqueros y pudimos reclutar seis mil campesinos. Nos superaban ampliamente en número, por el Norte Ayax llegaba con treinta mil hombres, Ker-Dalis por el sur traía diez mil en sus barcos de guerra. La proporción era, en el mejor de los casos, y contando nuestras tropas sin entrenamiento, de dos a uno.
Los primeros días fueron un caos, los campesinos tomaron sus palos, guadañas y hachas, yo los intenté organizar lo mejor que pude. Kelies reforzó el faro y protegió la bahía teníamos un trebuchet pesado, seis normales y ocho catapultas, cinco galeones de guerra y cinco fragatas, el resto eran barcos pesqueros. Rogué que no nos atacaran también los tres barcos voladores o estábamos muertos.
No podíamos ponernos de acuerdo con la estrategia, cada uno trabajó por su lado y nos olvidamos de hacerlo en equipo. Nos reuníamos pero no llegábamos a nada. Kelies armó un sistema de rieles para mover las catapultas a lo largo de la bahía y hasta el palacio ducal. El último día por fin pudimos planear la estrategia. Había que dividirnos, no había opción. La guardia negra se encargaría de defender la puerta principal, yo cubriría la puerta más al sur y Lucasz la que estaba aún más sobre la bahía. Kelies se refugiaría en el puerto, una de las fragatas sería el último escapa en caso de que lograran tomar la ciudad. Vincent comandaría a los chocobos en el Norte. Aún así deberíamos ver como se planteaba la batalla y movernos en el momento.
-Cuidala, no la pierdas. Nos vemos en el puerto- le dijo Vincent a Armand y se dirigió a su puesto. Los magos, unos trescientos se dividieron entre las distintas unidades. Eran sesenta magos blancos, el resto eran magos rojos y negros.
El día de la batalla se presentó lluvioso. Silvan y Vincent miraban hacia el norte, el ejército de Ayax se dirigía inexorablemente hacia la ciudad, desde la muralla Vincent le preguntó:
-¿Cómo lo ves?
-¿Cómo veo qué? Fácil- dijo y le sonrió- El problema no lo tendremos aquí.
A lo lejos vieron como los hombres que estaban tatuados se convirtieron en horribles aberraciones.
-¡Uh más difícil!- agregó Silvan.
Vincent se dirigió hacia los terrenos de granja donde lo esperaban los chocobos y sus jinetes. El ejército de Ayax no se hizo esperar y comenzó a bombardear la muralla norte que enseguida cayó. Los jinetes se batieron contra un ejército que lo superó tanto en número como en fuerza. Los sobrevivientes retrocedieron hacia la puerta principal, allí la guardia negra aguantaba brillantemente las tropas enviadas en oleadas, hasta que ya no quedó más que el suelo sembrado de cadáveres y comenzaron a entrar por los dos frentes. El punto de retirada era el palacio ducal y todos los que aún seguían en pie se retiraron allí.
La puerta sur resistió, los soldados que luchaban junto a Lucazs y junto a mí pelearon de igual a igual, hasta que también lograron reducirnos, pero se quedaron sin tropas de ese lado, los habíamos liquidado a todos, a costa de muchas vidas.
Kelies se encargó de los barcos, la enorme cadena que habíamos usado para unir ambos extremos de la bahía dio cuenta de los primeros galeones. Los barcos pesqueros fueron incendiados pero Kelies les disparó desde la costa y varios barcos enemigos se hundieron en el mar. También nuestros barcos fueron blanco de los cañones, hasta que solo resistió una fragata, la de Kelies. Habían logrado liquidar a las tropas de Ker-Dalis.
En el palacio ducal se reunieron los sobrevivientes, se había hecho una pausa en el combate, a lo lejos vieron como Ayax conferenciaba con Ker-Dalis sobre el transcurso de la batalla, seguramente no esperaba perder siete unidades de mil hombres cada una en la puerta principal. Vincent nos llamó, pocas eran las tropas que quedaban en el sur, pero había que ir a asistirlos, querían el palacio ducal, y por el sur ya no venían más tropas. Nos reuniríamos allí, para resistir hasta el final.
-¿Qué vamos a hacer?- dijo el duque.
-¿Soportar? ¿o quieren rendirse?- dijo Vincent, estaba muy enfadado, o eso parecía.
-No… no. Pero ya casi no tenemos defensas.
-Si quiere puede ir a pactar con los no muertos y las aberraciones.
Vieron como se acercaba un mensajero portando una bandera blanca.
-Tengo un mensaje del general Ayax. Él solicita que entreguen la ciudad por las buenas.
-¿Qué nos garantizaría en caso de entregar la ciudad?- preguntó el duque, Vincent lo miró muy mal.
-No habrá más muertes, la ciudad quedará bajo su mando y dejará ir a los soldados que depongan las armas ¿qué debo responder?
-Dile al general Ayax que si quiere mi tierra tendrá que matarme.
Cuando llegué con Lucasz y algunos pocos campesinos y arqueros la batalla ya se había reanudado en torno al palacio. Nos estaban superando una vez más hasta que llegó Kelies en la fragata y comenzó a bombardearlos. Las últimas unidades de ambos bandos cayeron, y nos vimos luchando palmo a palmo por no perder el palacio. Solo quedábamos Armand, Lu, Kelies, Vincent, Thomas, quince soldados y yo. Ker-Dalis estaba junto a veinticinco aberraciones. Ayax había desaparecido.
Vincent, Kelies, Thomas y yo fuimos contra Ker-Dalis mientras los demás se batían a nuestras espaldas. La batalla contra el lugarteniente de Ker-Danull no fue nada fácil, lo golpeamos varias veces y nuestros ataques no parecían dañarlo, cuando comenzó la batalla no podíamos lograr conectar ni un solo golpe. Él concentró sus ataques en mí y en Vincent. Mientras Kelies le disparaba a distancia y sus balas pasaban rozándome. Thomas hizo un ataque de hielo en área y no lo vi venir, sé que a Ker-Dalis le afectó y no me preocupó que también me hubiera alcanzado, sino lo deteníamos ¿quién quedaría para seguir luchando allí?
Kelies usó su arma de rayo y vio que ésta sí hacía mella en el enemigo. Thomas volvió a mezclar sus pospones y consiguió un líquido verdoso que volvió a dañar a nuestro oponente que cansado mutó en una horrible araña gigantesca. El monstruo intentó varias veces apresarnos entre sus tenazas, atacó a Kelies y él quedó bastante mal herido. Vincent utilizaba su guadaña oscura, le costaba pegare a esa cosa y yo era la única que lograba hacerle el suficiente daño físico. Pero en un momento de la batalla la araña saltó y nos arrojó un ataque venenoso. No logré esquivarlo a tiempo y no supe que pasó hasta que sentí que alguien me arrojaba un líquido y mis heridas se cerraban, era Vincent que había revuelto las pertenencias de Thomas que yacía en el suelo inconsciente. Kelies disparaba desde lejos. La araña golpeó una vez más a Vincent y él cayó. Ahora solo quedaba yo, iba a morir o iba a morir él. Si yo moría el resto no tendría oportunidad contra ese bicho. De repente sentí una enorme energía fluir de mi cuerpo y un aura blanca me rodeó. Jamás había sentido algo así, había escuchado que en situaciones límite podía pasar que el cuerpo reaccionara de esa forma e incrementara la fuerza a niveles superiores, pero jamás lo había visto, ni lo había experimentado. Le pegué a la araña dos veces más y por fin cayó muerta. La batalla había terminado.
En el suelo Armand intentaba ayudar a Vincent.
-¿Armand?
-Sí, ¿quién pensaste que era? ¿dios?
-¿Ganamos?
-Técnicamente, sí.
-¿Dónde está Ayax?- dije, corrí hacia afuera pero no había nadie, el muy cobarde había huido. Aunque sabía que eso era lo mejor, si lo enfrentaba en esas condiciones mi muerte era segura.
Volví a la sala principal del palacio. Busqué una poción para restablecer que me había dado Thomas y se la entregué a Vincent, pero él me frenó antes de que pudiera arrojársela.
-Tomala vos.
Pero yo no iba a hacerlo, Lu estaba muy herida así que se la di a ella. Kelies me agradeció. Ella no tenía por que estar ahí, al igual que él, y sin embargo nos habían ayudado, y sin su ayuda probablemente todos hubiéramos muerto. Al igual que si no hubiéramos tenido a Vincent planeando la estrategia. Pero… ¿qué quedaba ahora? Nada, solo una ciudad llena de cadáveres.
-Vamos a tener que enseñarles el camino a muchos- dijo Vincent.
-Sí, nos vendría bien la ayuda de un invocador- le dijo Armand.
Me senté en el suelo exhausta, vi como Vincent comenzaba a apilar los cadáveres por un lado y los pertrechos por el otro. Kelies llegó hasta el lugar donde se había desintegrado la araña y encontró un medallón en el suelo. Alrededor del mismo no había ácido, como si este objeto lo repeliera. Kelies levantó el medallón y lo guardó en su bolsillo.
La gente empezó a salir de las casas, se escuchaban los llantos de aquellos que habían perdido algún ser querido. Decidí ayudar en lo que pudiera a la gente de la ciudad, mientras Armand y los magos blancos comenzaban con el ritual de envío. Eran demasiados para tan pocos.
Cuando Vincent llegó a la puerta principal los cadáveres de la guardia negra ya no estaban. Vio como Silvan los tocaba en la frente y murmuraba: “Su trato ha terminado” y el cuerpo desparecía de este mundo, sin dejar rastro.
Kelies estaba ayudando, en un momento que estuvimos uno al lado del otro me preguntó:
-¿Qué fue eso?
-Parece una especie de envío- le respondí pensando que se refería a lo que había hecho Silvan.
-No, “eso”.
-¿Lo que yo hice? No sé, una vez en la academia me dijeron que en ciertas situaciones de peligro podía pasar algo así…
-Me das miedo.
-No lo haría contra mis compañeros.
-¿Me considerás un compañero?
-Peleamos juntos contra un demonio y una araña gigante, creo que mínimamente somos compañeros.
Pasó el día mientras intentábamos reunirnos los sobrevivientes y nos volvíamos a organizar. Todavía no habían terminado los envíos y llevaría mucho más tiempo. Nos juntamos todos a la hora de la cena.
-¿Y ahora que vamos a hacer?- preguntó el duque.
-¿Qué vamos a hacer? Ver esto como una victoria, sino la muerte de ellos no va a servir para nada- dijo Vincent.
-¿Cómo sigue esta guerra? No tenemos tropas para ir a Marina…
-Podríamos atacar Zeltenia.
-¿Con qué tropas?- le dije.
-Tenemos aún algunas fragatas, podríamos reunir algunas más.
-No podemos atacar con esos números. La única opción es utilizar esta situación para mostrarles que Janus aún vive y es el auténtico rey. Pero sería un gran riesgo…
-Si entramos a Marina con Janus a él no le quedaría más opción que revelarse abiertamente- dijo Silvan refiriéndose a Lazlo- En ese caso podríamos reclutar soldados de los demás reinos, pero hay otro problema…
-Ker-Danull- dijo Vincent, exteriorizando el pensamiento de todos los presentes- No podemos hacer nada hasta que no lleguen los demás con el anillo de la dinastía.
-Pero aún así, Ayax ahora no tiene tropas, quizás podríamos intentar recuperar Imbrus, no debería haber allí más de mil soldados- dijo Silvan.
-Y Ayax no va a poder continuar con la expansión sino tiene tropas…
-Habría que hablar con el vigía, lo más lógico es ir por Imbrus.
-¿Pero cómo llegaríamos allí?
-Yo tengo un barco volador- dijo el duque- pero es pequeño.
-¿Podría transportar a diez personas?
-Sí.
-Kelies, ¿creés que podés acondicionarlo, instalar algún cañón o catapulta?
-Sí, solo necesito algo de tiempo.
-Mientras podríamos hablar con los prisioneros- dijo Vincent y pidió que trajeran a uno de ellos.
-Hora de hablar- le dijo Silvan.
-Mis labios están sellados.
-No necesitás el pie para hacerlo…- dijo ella y le clavó la lanza. El hombre no parecía dispuesto a hablar y cuando lo escupió Vincent comenzó a estrellarle la cabeza contra el piso ante cada negativa.
-La idea era no matarlo…- le dijo Silvan.
Kelies y yo no soportamos seguir viendo ese espectáculo y nos fuimos de allí.
Poco después vimos salir a Vincent con el prisionero, lo empezó a ahogar en el bebedero de los chocobos.
-Tú no eres como tu padre, tú no eres un asesino…- Vincent le sumergió la cabeza una vez más- Estúpido, podrán haber ganado esta batalla, pero nosotros vamos a volver…
Vincent sacó una daga y le cortó las muñecas, el cuerpo quedó flotando en el agua.
-Pero los chocobos toma eso…- dijo Silvan.
-¿Qué?
-Ensuciaste todo… había otras formas.
-¿Querés enseñarme?
-Podría…
Fui hacia la bahía, allí habían llevado los cuerpos y era donde estaban haciendo los envíos. Armand había estado allí todo el día. Lo vi realmente cansado y me preocupé.
-¿Estás bien?- le pregunté.
-Sí, solo un poco cansado.
-Deberías descansar un poco.
-No puedo, hay que seguir trabajando, no los podemos dejar así…
-Si te desmayás no vas a poder trabajar.
-Puedo descansar más tarde.
Volví al palacio del duque, Vincent le decía a Kelies que debía empezar a trabajar de inmediato en el velero del duque.
-¿Qué vamos a fabricar?- le preguntó Lu.
-Un cañón de rayos- dijo Kelies frotándose las manos.
-¿Y cómo vamos a hacerlo? No tenemos magicita.
-Quizás con una aleación… voy a tardar un poquito…- le dijo a Vincent.
-¿Cuánto?
-Una semana
-No, es mucho tiempo- dijo Silvan.
-Está bien ¿por qué no vamos a descansar? Lo veremos mañana.
Volví a la bahía, Armand continuaba trabajando en el ritual de envío junto a los magos. Me acosté en un rincón y me quedé dormida.
En mi sueño apareció Ker-Dalis, era extraño hasta ese día había soñado siempre con Ayax. Estaba sentado en una silla, recostado hacia atrás, los pies descansaba sobre una mesa.
-Buen golpe- me dijo- muy buen golpe.
-¿Esto es un sueño?- le pregunté. Él no me respondió. Parecía demasiado “real”.
-Había una trampa en nuestra estrategia… ¿no lo notaron? Ustedes creen que triunfaron, pero nosotros fuimos los que ganamos, ahora ya no tiene más nada para defenderse.
Me desperté, me dirigí hacia la orilla y vi como las almas de los humanos que se habían convertido en aberraciones no subían al cielo, se convertían en motas negras que se adentraban en el mar.
-Armand, necesito hablar con vos, es urgente.
-¿Qué pasó?
-Tuve un sueño, Ker-Dalis me dijo que había una trampa- le mostré las motas negras- Mirá ¿las ves?
-Sí, pero… ¿qué querés que hagamos? Hay que hacer el envío…
-Dejen de hacerlo, no sabemos qué puede estar pasando con ellos.
-No podemos Victoria, ellos necesitan irse.
-Háganlo.
-¿Es una orden?
-Si querés que sea una orden, lo es. Además ya es hora de que descansen.
Cuando Armand dio la orden se armó un acalorado debate entre los magos. Se empezaron a ir hasta que me quedé allí sola. Si alguna de esas cosas se levantaba, iba a tener que vérselas conmigo. Pero eran demasiados, si todos ellos se levantaban a la vez íbamos a morir. Rogué no haberme equivocado. No podría cargar jamás con esa culpa. Ojalá hubiera estado Alex conmigo, ella seguro no se hubiera arrepentido de su decisión. Me senté en el suelo, el nodachi preparado sobre mis rodillas. Si se levantaban no iban a pasar, salvo sobre mi cadáver.

jueves, 5 de marzo de 2009

Fecha 4

Edward Lestrange



En el camino Vincent le preguntó a Janus:
-¿Qué vamos a hacer en Sielestene?
-Buscar a la guardia negra.
-¿Y cómo vamos a hacerlo?
-Por los viejos acuerdos.
-¿Y pueden haberse aliado con mi padre?
-No lo creo, a ellos solo les queda defender su honor, su lealtad a la corona.
Armand dijo que allí deberíamos comenzar a organizar a los ejércitos, en el mejor de los casos podíamos llegar a reunir treinta mil personas. Vincent sabía que esto no era suficiente su padre tenía cien mil soldados a su servicio y si había dividido el ejército con Ayax, podían ser más.
-Podríamos traer a los imperiales- dijo Lu.
-No sería prudente traer a los imperiales- le dijo Janus.
-¿Por qué los vamos a hacer colon…?- Kelies le tapó la boca justo antes de que terminara de decir la palabra “colonia”.
-No se hable más de los imperiales, a no ser como el último de los recursos.
Janus dijo que íbamos a necesitar capitanes, gente capacitada para liderar los ejércitos y le sugerí ir a buscar a mi padre, después de todo él había servido en el ejército.
-O podríamos contratar mercenarios en Vasteron- dijo Janus.
Pero lo primero era llegar a Sielestene. Por fin luego de varios días lograron llegar a la ciudad. Era un punto tripartito entre los tres reinos, Marnell, Daramond y Vasteron, por generaciones los reyes habían sido criados allí con el objetivo de llevarse bien con sus vecinos. Los niños eran criados juntos para establecer fuertes lazos de amistad que impidieran cualquier guerra que involucrara a los tres reinos. La ciudad incluía tres torres, el río ofrecía el límite natural.
-Usted dirá con quién tenemos que hablar- dijo Vincent.
-Sí, vamos.
Nos recibieron dos hombres vestidos de negro y una mujer de lacio cabello verde, enfundada en una brillante armadura negra. Portaba una lanza y parecía ser una persona importante allí.
-Su majestad ¿qué lo trae por acá?
-Deben saber las noticias.
-Sí, algo sabemos de la caída de Marina.
-Necesito hablar con su líder.
-No se preocupe, nosotros le organizaremos cuanto antes una reunión con el maestro Khran.
Todos fueron conducidos hacia el castillo principal, cuando cruzaron el umbral la mujer los miró a todos, como escrutándolos, como si fueran enemigos. Sin embargo Lu la saludó y ella respondió su saludo.
-Es re-copada, mañana vamos a ir a tomar algo.
-¿Puedo ir?- Kelies y Thom se habían quedado hipnotizados ante su belleza.
-No, es solo de chicas, le voy a decir a Victoria y a Armand.
Kelies se moría de la risa, todos comenzaron a reírse, y también yo, era la primera vez que lo hacía después de la muerte de Héctor.
-Creo que voy a cortarme el pelo y dejarme la barba- dijo Armand.
Cuando entramos al salón principal vimos varios cuadros de antiguos soberanos de antiquísimos reinos. Varios nobles saludaron a Janus y le dieron ánimo para continuar, así como ofrecieron unirse a él y a su causa. Vincent también conocía a varios de ellos y los saludó políticamente.
A cada uno de nosotros nos condujeron a nuestras habitaciones para que pudiéramos descansar mientras arreglaban la reunión con el maestro.

-Señor ¿Desea tomar un baño?- le preguntó la sirvienta.
-No por ahora- dijo Vincent- ¿Su nombre?
-Irina…- ella lo miró extraño porque era solo una sirvienta y no estaba acostumbrada a que la trataran así.
-Lindo nombre. Mientras estemos aquí mi nombre es Vincent, no Lord, ni señor, ni nada parecido.
-Comprendo señ… Vincent ¿Desea algo de comer?
-¿Cómo es la costumbre aquí?
-Todos se reúnen en el comedor principal.
-Está bien entonces, iré a cenar allí.

A mí también me llevaron a una habitación y me ofrecieron tomar un baño, no lo dudé ni por un segundo, necesitaba relajarme un poco. Vi como ponían piedras calientes en el agua y luego unas mujeres se disponían a ayudarme, no las dejé hacerlo. Me trajeron un traje para que pudiera cambiarme, era mucho más femenino que mi uniforme de soldado. Era un pantalón pero que simulaba más ser una pollera y una blusa de una tela bastante bonita y brillante. La única vez que había tenido algo como eso había sido en el baile de graduación…

-Señores ¿necesitan un baño?- les preguntaron a Kelies y a Thom.
-Sí, acá hay uno y lo necesita urgente- dijo Thom, Kelies estaba bañado en aceite, había estado en el cuarto de máquinas de la nave haciendo vaya uno a saber qué.
-Lu, aprovechá- le dijo Thom y la empujó hacia las sirvientas. Ellas la condujeron hacia otra habitación mientras otras mujeres acompañaban a Thom y a Kelies.
-¿Qué? ¿Cómo que se bañan con una mujer? ¡¡Kelies!!
Kelies dijo que no necesitaba ayuda, pero Thomas sí decidió disfrutar de ciertos placeres.
-Muchas gracias, qué refrescante.

Luego del descanso todos nos encontramos en el comedor principal. Nos sentamos a la mesa con la mujer que nos escoltó al llegar y un muchacho muy joven, quizás tuviera unos dieciocho años. Se presentó como Ferenc Soren y pertenecía a una casa noble de Nyx.
Vincent me corrió la silla para que me siente, yo no entendía esas manías de los nobles pero no le dije nada.
Vincent conocía al niño y le preguntó por su padre. Él le dijo que se encontraba perfectamente.
-Decidimos apoyar a la realeza de Marnell- le dijo.
-No obstante, si el rey está aquí es porque viene a buscar tropas- dijo la mujer.
-Viene a buscar tropas. Mi nombre es Victoria.
Vincent me miró muy mal, quizá no había sido lo mejor decir eso, en fin, no parecía haber desencadenado ninguna tragedia.
-Silvan- se presentó ella.
-Un gusto.
-Lo que necesitamos ahora es información- les dijo Vincent.
-Necesitan una buena red…
-Sí, no podemos planear nada sin información- le dije.
-Entonces, habrá que hablar con “el vigía”.
Ninguno de nosotros tenía idea de quién era este supuesto vigía. En ese momento entró un guardia, estaba totalmente acorazado en su armadura de placas negra. Tenía puesto el yelmo. En ese momento Vincent me agarró de la muñeca y aprovechó para regañarme por lo que había dicho, me dijo que era la escolta del rey y que me comporte como tal.
-Yo no soy noble- le dije enfadada.
-Vas a tener que aprender.
Claro, para él era fácil decirlo.
El guardia nos condujo hasta la sala de reunión. El maestro Khran nos recibiría en ese momento.
-La situación está espesa- nos dijo después de la presentación de rutina.
-Más que complicada capitán- le dijo Vincent.
-Se me ocurren varias cosas por hacer pero… ¿podemos confirmar que el ataque fue del duque?
-Yo se lo confirmo- dijo Vincent y le contó todo lo que había pasado. Después de todo él era el hijo de Lazlo, quién mejor que él para contar los desastres que había cometido y aún estaba cometiendo su padre.
-¿Galbrenos está metido en todo esto?- dijo el maestro Khran.
-Sí ¿pasa algo?- Vincent vio que por su expresión esto no le había caído muy bien.
-Es un pariente mío.
-Lo entiendo.
-¿Cuáles serían los planes Janus?- le preguntó.
-La idea principal es recuperar Marina, pero primero hay que destruir los ejércitos de Ayax.
-Muy bien, habrá que hablar con “el vigía” entonces ¿ustedes tienen alguna idea?
Teníamos algunas ideas que habíamos ido elaborando en el transcurso del viaje, hacerlos pelear en la selva, desmoralizarlos, destruir la línea de provisiones…
-¿Pero y si el ejército es de criaturas?- dijo Khran.
-No lo sé, si son criaturas no sé como combatir contra ellas- dijo Vincent.
-¿Y si lo hacemos al revés? ¿Si en vez de defender atacamos? Podríamos atacar a los leones en su tierra.
-Mi padre tiene un ejército de cien mil hombres.
-¿Y la calidad?
-Casi todos son tropa regular…
-O sea basura, el único problema de conquistar ciudades es que después hay que guarnecerlas. Deberíamos atraerlos a donde nosotros queremos que vayan.
Khran dijo que ellos podían enviar unos dos mi quinientos, tres mil soldados de la guardia negra ya que no podían dejar la ciudad sin defensa. “Nosotros tenemos que proteger lo que yace aquí en la ciudad” dijo. Por los libros de historia sabíamos que hacía doscientos años Kai había unificado los viejos reinos, para esto había hecho un pacto con fuerzas Lucavi. Le dieron trece legiones con las que tomó todo sin problemas. En su nuevo gobierno reinstauró el comercio y los reinos florecieron. Las legiones se volvieron a su lugar de origen excepto la 13º legión. Pero nosotros no sabíamos que era lo que yacía debajo de la ciudad y lo que ellos estaban protegiendo.
-La capitana Silvan irá con ustedes.
-¿Cuál es el plan entonces Janus?
-Primero deberíamos saber cómo está la situación…
-Entonces vayamos a ver al “vigía”.
-Después me interesaría hablar con usted- le dijo Vincent.
-En la cena hablaremos.
-Preferiría que fuera en privado.
-Después de la cena entonces.
El vigía resultó ser un anciano, un mago gris. Su habitación estaba tapizada de papeles de distintos tamaños con ojos dibujados por todas partes, era una habitación muy extraña. Era un viejo de larga barba blanca y estaba mirando un pergamino.
-Príncipe Janus.
-Maestro- ambos se saludaron efusivamente.
-Señor- dijo cuando lo vio entrar a Khran.
-¿Puede mostrarnos la situación?- le pidió al anciano.
-¿Qué desea ver maestro Khran?
-¿Puede decirme donde está Ayax?
El anciano leyó unas palabras, uno de los pergaminos de la pared se desprendió y mostró una imagen. Vimos a Ayax hablando con otro hombre.
“-El maestro quiere saber cómo está la situación.
“-Imbrus no resistirá.
“-¿Qué debo decirle?
“-Que en un día la ciudad será de él.
Ayax tenía un ejército de treinta mil soldados, vestían armaduras livianas y llevaban espadas cortas. Todos tenían el mismo tipo de tatuaje que antes había visto en Vincent. Todos tenían marcado el rostro.
-Enfoca Marina- pidió Khran.
La ciudad estaba muy armada, con guardias del duque custodiando todos los puntos importantes. -Enfoca el palacio, sala del trono.
En el trono estaba sentado el duque Lazlo de Zelten, el padre de Vincent, hablando con un hombre del sindicato.
-¿Puede rastrear un bloque de personas?
-Sí, pero necesito tiempo.
Janus y Thomas se quedaron a ayudarlo.
-Gracias- le dije al anciano y le hice una reverencia, a pesar de su gran ayuda nadie le había agradecido.
-Es mi servicio señorita.
Vincent que siempre acotaba cosas respecto a estrategia militar o política ahora estaba mudo. Parecía como si hubiera estado esperando ver algo… o a alguien…

Entramos al comedor principal, pregunté donde estaba Armand, no lo veía desde que nos habían asignado los cuartos. Me dijeron que había ido a visitar las Iglesias de la ciudad. No pasó mucho hasta que salí de ahí porque me sentía muy mal entre todos esos nobles. Me fui a mi habitación y la mujer que me atendía me ofreció llevarme comida al cuarto, le agradecí.
Lu parecía muy feliz, había mucha comida alrededor. A Kelies comenzaron a hablarle de su trabajo cuando se enteraron que era ingeniero.
-¿Cómo van los planes con los acueductos?- le preguntó un noble.
-Bien, la maestra estaba diseñando algunos artilugios…
-¿Usted es ingeniero?
-Sí
-¿Y cuánto cobra por sus servicios?
Varios comenzaron a preguntarle por los trabajos que realizaba y le ofrecieron mucho dinero para comenzar a realizar acueductos allí. Ese era un buen lugar donde hubiera podido trabajar y obtener grandes sumas a cambio.
Armand golpeó la puerta de mi habitación.
-¿Dónde anduviste?
-Estuve visitando las iglesias, buscando información. La Orden del Águila Bicéfala va a enviar cazadores.
-¿Qué es eso?
-Es una orden de cazadores de demonios. Pero dejemos de lado esas cosas, no querés salir un rato en vez de estar sola acá.
-Bueno dale, no me gustó el comedor, estaba lleno de nobles queriendo figurar. Ese ambiente no es para mí.
Cuando cruzamos las puertas del edificio principal nos vieron los demás y decidieron seguirnos. Fue Vincent el que nos vio y le avisó a Kelies, a Lu y a Thomas.
-¡Vamos a comer afuera! Paga Vincent- dijo Lu.
-¡Paga Vincent!- continuó Kelies.
-¡Vamos con Armand y Victoria!
-Sí, cuanto más seamos más divertido va a ser.
Armand y yo entramos a una taberna y nos sentamos en la barra a tomar un trago y a charlar. Armand se estaba dejando crecer la barba y se había atado el pelo, parecía que el comentario de Lu realmente le había afectado. Estaba vestido con unos pantalones negros y una camisa blanca, un poco abierta en el pecho. Era raro verlo con esas ropas, por lo general siempre llevaba la túnica de mago. Supongo que para él también era raro verme a mí vestida así.
Lu entró y se dirigió hacia nosotros pero Kelies la frenó.
-Vos estabas con esa flaquita, con Isabela, estaba linda- le dijo a Thom.
-Ella es otra alquimista, y no sé donde se quedó…
-¿Qué paso con la flaca esa?
-Es una compañera de trabajo. Además es lo mismo que yo te pregunte si tenés algo con él.
-Fuera bicho- dijo ella y se alejó de Kelies.
En un momento vi que alguien se subía a cantar al escenario, era ¿Vincent? Comenzó cantando bastante mal pero se ve que empezó nervioso porque después cantó bastante bien. Armand me dijo:
-¿Bailamos?
-Sabés que no sé bailar.
-Dale… por favor…
-Está bien.
Pero para mí bailar era recordar a Héctor y me empecé a deprimir. Lo único que me evocó esa situación fue el baile de graduación.
-Tenés algo para ponerle en la bebida a Kelies- le pidió Lu a Thomas.
-¿Qué?
-¡Algo para emborracharlo tonto!
Kelies ya estaba bastante borracho como para además agregarle algo a la bebida. Pero Thomas le dio una botellita.
Vincent sacó a bailar a una de las meseras. Ella era tímida y le dijo que no esperaba que él la sacara a bailar. Se quedaron charlando un poco más mientras Armand y yo nos íbamos.
-Disculpá si te hice sentir mal, la idea era alegrarte- me dijo.
-No, estoy bien, solo me acordé de algo.
-Sí, de cuando fuiste a tomar con Alex y Héctor y él te sacó a bailar dos temas y después bailó el resto de la noche con Alex.
No era esa vez, eso no había sido nada comparado a otras veces, pero no le dije nada. Armand era demasiado bueno conmigo… y yo era una egoísta.
-Que duermas bien- se despidió.
-Gracias, vos también.
Lu al día siguiente le quiso hacer creer a Kelies que habían estado juntos, pero él se dio cuenta de la treta.
-Estas vestida…
-Casi caés…
Ese día me desperté de muy mal humor, había estado soñando con Héctor pero durante todo el sueño yo ocupaba el lugar de Alex. Fue horrible.
Fui a desayunar y lo vi entrar a Thomas muy contento, parecía que se había divertido la noche anterior con la pelirroja que había sacado a bailar.
-No deberías tomar tanto. Ah! Y ella te metió algo en la bebida- le dijo a Kelies.
-Shhhhhhhh- le dijo Lu, pero ya era tarde.
-No te preocupes, era agua.
-¡Le pusiste agua a la cerveza! ¡Ese es el peor sacrilegio!- le dijo Kelies.
Vincent fue a buscar a Janus, cuando llegó a la habitación del vigía le dijeron que el maestro estaba durmiendo. Se encontró con Janus en el camino.
-¿Qué pudiste ver?- le preguntó Vincent.
-Son cuatro ejércitos. El de Ayax de treinta mil personas con esas manchas. Hay una flota naval de por lo menos quinientas naves, fácil con unos diez mil soldados, es lo que está yendo a Balfonus. Hay una gran escuadra en la Caladnia de cincuenta mil personas al mando de tu padre. La flota de Balfonus la maneja Ker-Dalis. La de Caladnia Galbrenos, y parece que se dirige hacia aquí. Otra opción es que se dirija a la Torre de Cristal, por el paso de montaña. La flota de Ker-Dalis en cinco días estaría desembarcando en Balfonus. Deberíamos ir nosotros allí, con algunos guardias negros para guarnecer la ciudad. Nos podría llevar el vigía- el que habló fue Janus.
Cuando nos reunimos Khran nos dijo que el ejército de Galbrenos era bastante bueno, además que tenía cinco mil jinetes de chocobo bajo su bandera. Podrían atacar el castillo de May o a la Marca Este para llegar a Sielestene.
-Esos barcos no pueden llegar a Balfonus- dijo Vincent.
-Yo iré más tarde, casi sobre el cuarto día, intentaré reclutar más gente en las provincias occidentales. Ustedes deberían pasar ahora.
-Victoria, arrodillate- me dijo Janus, tomó la espada, la apoyó sobre mi hombro y me dijo- Te nombro Capitana de la Guardia Real de Marnell.
Eso era demasiado para mí, no me merecía estar en ese lugar, solo las causas fortuitas lo habían permitido, Alex tenía que estar ahí, no yo. Me entregó un anillo con el emblema de la casa real, eso me permitiría confiscar materiales en nombre del rey. Thomas y Kelies necesitaban materiales para hacer explosivos para llevarlos a Balfonus.
Vincent se quedó a solas con Khran y le preguntó por la espada que portaba y que le había otorgado Ker-Danull.
-Es una espada del caos, se fabricaron hace mucho en la época de los Aegil.
-Esta espada me la dio Ker-Danull.
-Los Lucavi son jugadores de ajedrez, no hacen nada sino es para un fin posterior. Pero esa espada no es maligna, deberías intentar usarla, quizás algún día puedas activar su verdadero poder.
-Tuve que superar demasiados prejuicios.
-Vamos, perteneces a las sombras después de todo. Agradezca que al menos tiene un alma.

Antes de partir decidí ir a ver al anciano. Armand me acompañó. Todos le decían “el vigía” me hubiera gustado saber su verdadero nombre.
-Hola señorita ¿a qué se debe su visita?
-Hola, me gustaría pedirle un favor… necesito encontrar a alguien, su nombre es Edward Lestrange.
-¿Y dónde vive él?
-En el pueblo de Lestrange, queda cerca de Marina, no muy lejos de las montañas.
Le indiqué como pude y el anciano comenzó a mover esos extraños paneles. Cuando pareció encontrarlo miré ansiosa, pero lo que vi fue terrible. Lestrange estaba destruido. Mi padre tenía una profunda herida en el pecho, yo conocía bien que arma podía hacer ese corte. Estaba mirando hacia el cielo, los ojos vidriosos. Yo sabía que ese tipo de técnica era una tortura, estaba prohibido hablar de ella en la academia, podían pasar horas hasta que el atacado muriese viendo su propia sangre manar de su cuerpo. Si la persona no moría podía quedar sumida en la locura.
-¿Puede llevarme allí?- le pedí enseguida, tratando de controlarme.
Él viendo la situación se preparó, vi como introdujo el brazo en el panel y como su mano aparecía en Lestrange. Tiró de mi padre y en cuestión de segundos él estaba en la habitación. Corrí hacia él y lo abracé inconscientemente. Armand me corrió y lo estabilizó, estaba muy herido.
-¡¡Ayax!!- gritó y se desmayó.
-Ya está bien, no morirá- me dijo Armand- lo que no puedo saber es que va a pasar con su mente.
Lloré. Ayax me las iba a pagar todas y cada una.
Lo llevaron a una habitación, me quedé a su lado tomando su mano hasta que despertó. Me miró y me acarició el rostro.
-Christine- ese era el nombre de mi madre.
-Papá, soy yo Victoria.
Pero él me siguió llamando como si fuera mi madre. Una de las mujeres que estaban allí me dijo que era mejor que lo dejara descansar. Salí de la habitación, yo no podía hacer nada ahora, solo había que esperar.
-¿Cómo está?- me preguntó Armand.
Yo sabía que si él no hubiera estado allí mi padre se hubiera muerto.
-Está bien. Gracias- no sabía como iba a pagarle lo que había hecho por él. Creo que no había una retribución que pudiera igualarlo.
-¿Estás lista?
-Sí. Por favor, cuídelo- le dije a la mujer y me fui con Armand.

Vincent llegó poco después a la habitación del vigía y vio la sangre bañando el suelo.
-¿Qué pasó?- le preguntó al anciano.
-Tuve que traer a una persona, parecía muy importante para la señorita…- Vincent se quedó mudo pensando en lo que él había dicho, podía traer gente de otros lugares…
-Desearía ver a una persona.
-Está bien, dígame donde buscar.
-Zelten, la sala del trono. O su habitación- le indicó.
Cuando Vincent la vio no pudo reprimir las lágrimas.
-Cuando desee cerrarlo, ciérrelo.
-Cuando quiera cerrarlo…- fueron sus tristes palabras.
Cuando fue el momento de partir llegaron primero Thomas, Kelies y Lu.
-¿Ustedes también tienen algo que quieran ver?
Ella enseguida le dijo al anciano:
-Sí! A mí me gustaría ver Maelstrom.
-Lo siento, no puedo llegar tan lejos.
-¡Ufa! ¿Ves que no servís para nada?
-¡Lu!- le llamó la atención Vincent, y lo miró a Kelies como diciéndole que la controle.
-¿Qué te pasa? Tenés los ojos rojos…
-Nada.
Cuando llegué junto a Armand le agradecí al vigía lo que había hecho por mi padre. Al instante abrió un portal y los seis aparecimos en Balfonus. Con nosotros venía también Silvan. Janus estaba a salvo en Sielestene junto a la guardia negra, así que me preocupé en ocupar mi “nuevo puesto” no merecido, Alex no estaba allí para ocuparlo y por eso me lo habían otorgado a mí. Era la primera vez que me asignaban una tarea tan importante y juré hacerla lo mejor posible, por mi padre, por mi amiga y por los que ya no estaban.
Balfonus era una ciudad que unía dos construcciones antagónicas, una antigua, las ruinas de la vieja ciudad, y sus muros. La otra más moderna, detrás de una bahía amurallada, ahora abarrotada de barcos, entre unos setenta y cien la ocupaban. Los acantilados cubrían la ciudad que se hallaba en una zona más baja. En la periferia aún se levantaban los antiguos muros.
-Hay algo que no está bien- dijo Vincent, había sentido una presencia extraña.
-Son sombras. Tú también puedes sentirlas- dijo Silvan.
Nos recibió un guardia de la ciudad y le mostré el anillo.
-Victoria Lestrange, capitana de la guardia real de Marina. Venimos en nombre de su majestad Janus.
-El duque los recibirá, ¿vinieron por los barcos no? Mis agentes los vieron a unos tres o cuatro días de aquí.
Nos condujo hasta el edificio principal y el duque nos recibió, toda ayuda era importante en esos momentos, aunque solo fuéramos seis, entre nosotros había un integrante de la guardia negra. Un capitán interrumpió la reunión para traer noticias, su nombre era Lucazs y parecía un hombre con muchas batallas a cuestas, tendría unos cincuenta años de edad. Cuando le dije quien era me abrazó fuertemente. Yo no entendía porqué estaba haciendo eso hasta que dijo:
-Soy un viejo amigo de tu padre ¿cómo está Edward?
-Ahora está bien, pero fue atacado cuando destruyeron Lestrange.
-No puedo creerlo ¿y tu madre? ¿está bien?
-¿No sabía? Ella murió al nacer yo.
-Lo siento…
-Bueno, creo que ya es suficiente de estas charlas. Tenemos un gran problema a las puertas de la ciudad- dijo Vincent.
-Sí, ya puse a varios de mis soldados en la muralla, no falta mucho para que los barcos estén sobre nosotros. Sería bueno que nos sentemos a planear una estrategia.
Entre todos comenzamos a planear los mejores pasos a seguir. Hasta se habló de encadenar los extremos de la bahía, de poner explosivos, de atacarlos en la selva, pero la realidad era que no sabíamos como estaban parados ellos. Había que buscar información primero. Además había otro problema, los escoltaban tres barcos voladores, ahora distanciados de ellos y sobrevolando tierra. Silvan sugirió una maniobra para hacerlos descender y tomarlos, o esperar a que tuvieran que hacerlo para que descasaran los motores. Era fácil decirlo, aunque ella parecía creerse capaz de hacerlo, y yo al menos no lo dudé.
-¡Sal!- dijo de repente Silvan. De la pared surgió una sombra humanoide.
-Venimos a negociar…- dijo con una voz extraña- queremos que nos entreguen la ciudad, o nos veremos obligados a atacar.
-¿Quién te envía?
-Mi señor, Ker-Dalis.
-Si quieren la ciudad que vengan a buscarla- dijo Lucazs.
Varias sombras se unieron a la primera y nos atacaron, por suerte pudimos proteger al duque, pero Armand había resultado herido, y en menor o mayor medida, nosotros también. Una batalla se avecinaba en Balfonus… yo solo esperaba encontrarme con él en el trayecto, ahora mi odio era mucho mayor, iba a matarlo o iba a morir en el intento.