jueves, 19 de febrero de 2009

Fecha 3

Kelies y Lu


Vincent se quedó mirando la puerta con el símbolo de géminis y le llamó la atención unas inscripciones “Aquí yace uno de los grandes bastiones que resistió contra el ataque de la oscuridad” leyó.
Armand abrió la puerta, detrás había un puente que cruzaba la sala. A sus extremos varias torres representando a los Aegil (ángeles), todas de magicita. Lu comenzó a romper una de las estatuas pero Thomas le pidió que se detenga.
“Pero si estos seres no existen…” dijo ella pero igualmente se detuvo.
La gran torre se elevaba a diez kilómetros del suelo, Kelies no tenía idea de que material estaba hecha, pero era seguro que era algo muy resistente para poder sostener semejante estructura. Solo cincuenta metros de diámetro sostenían la base. Thomas chequeó también la torre pero tampoco supo decir de qué era. Al fondo del pasillo había otra puerta más sin escrituras. Cuando la cruzaron vieron una sala de cristal, una escalera central iba hacia una especie de portal. Era un espejo de cincuenta metros de alto. Tenía una inscripción “Eureka, la tierra prometida”.
-Me suena a algo religioso…- dijo Thomas.
-Es un plano diferente, es un plano de combate ¿viste como la lejanía? Mejor no lo toques- le dijo Armand.
Había dos escaleras más que llevaban a otros cuartos.

En otro lugar Joshua escuchó una voz que decía:
-Esto está mal.
-¿Antón? ¿Nenas?

Todo en la habitación del espejo comenzó a ponerse negro, la oscuridad se llevó a Kelies y a Lu, a Alexandra, a Janus y a Armand. Por último Vincent, Thomas y yo fuimos separados del resto. Quizás haya sido mejor para Thomas porque estaba a punto de cruzar el espejo cuando la sombra lo engulló.
Estábamos los tres encerrados en un cuarto, o había forma de salir, no tenía puertas ni ventanas. Pero lo más extraño era que con nosotros estaba el padre Joshua.
-Padre ¿cómo llegó aquí?- le pregunté.
-Victoria… Estaba en la ciudad, cuando nos adentramos debajo del castillo había un sello y nos trasportó hasta aquí. Estaba con Antón y las niñas.
-¿Qué pasó?
Él le explicó que en la ciudad todo era un caso, tuvo que abrirse camino pro las profundidades, por las alcantarillas. Cuando llegó al castillo estaban las niñas y Antón. Tuvo que combatir pero lograron salir. Ahora los había perdido otra vez.
En ese momento escuchamos una voz que nos dijo:
-¿Por qué han venido aquí?
-Reina, no era mi intención entrar en este lugar- dijo el padre, parecía que sabía a quién pertenecía la voz.
-Vuestros enemigos no parecen estar muy lejos Losstaroth.
La voz pertenecía a Asura quien nos dijo que si estábamos allí era porque habíamos sido elegidos. Yo estaba pensando en mis amigos ¿a dónde los habían llevado? Estaba preocupada por ellos. Temía que algo les sucediera como a Héctor. Y parecía que ella podía leer las mentes porque me dijo:
-Existe un conjuro prohibido que puede traer a alguien de la lejanía.
-Me entendió mal, yo no lo quiero traer.
-Eso no es lo que anida en el fondo de tu corazón.
-Victoria… es mi hermano pero no…- me dijo el padre.
-Pero padre, créame, yo jamás haría eso.
Thomas trataba de entender todo eso en base a sus conocimientos pero la voz le dijo:
-No intentes entenderlo, no podrás- y luego agregó- ¿están listos para lo que va a venir?
Parecía que teníamos que superar una prueba si queríamos salir de allí, pero antes otra voz habló, yo la conocía bien era la voz de Ker-Danull.
-Deja ya de jugar con los niños.
-¡Ah! Haz llegado Hermana…
No comprendí de lo que estaban hablando, dos diosas habían ido allí a conversar, sin importarles en lo más mínimo que estuviéramos allí. Cuando terminaron y Ker-Danull desapareció, un enorme ojo se abrió en la pared. Sobre ese monstruo blanco que era solo ojos y piernas estaba sentada una mujer muy bonita, su lacio pelo verde resaltaba más lo espeluznante del monstruo. Tenía un tercer ojo en su frente.
-Soy Asura, en realidad solo soy el avatar de ella. Si la Torre de Cristal se ha abierto significa que debo designar nuevos héroes. Evidentemente los Lucavi han vuelto a influir en el mundo mortal y van a provocar otra guerra.
-Para eso pelea mi Iglesia- dijo el padre.
-Pero la Iglesia está muy manchada.
-Entonces habrá que purificarla
-Necesito saber si están listos.
-¿Dónde están las pequeñas?
-Están superando sus propios desafíos ¿están listos para esto?
-Sin dudarlo- dijo Vincent.
Yo fui la única que no contestó, no confiaba en esa mujer, era la hermana de Ker-Danull la causante de todo ese desastre. De los ojos del monstruo blanco salieron unas especies de serpientes de aire. Los miré a todos y cada uno, eran seis.
Todo ese tiempo y mientras las diosas hablaban yo me había sentado en el suelo a esperar, el nodachi descansaba sobre mis rodillas, decidí que no iba a atacar a esas cosas sino me atacaban primero. Creo que los demás no esperaban esa reacción, y me dijeron que me levantara, no les hice caso.
Todos comenzaron a combatir contra esas criaturas, el padre guadaña en mano estaba junto a Vincent que empuñó la lanza. Thomas usaba sus pociones explosivas contra ellos. Cuando me atacaron me paré de mi lugar y los esperé. No sé que me estaba pasando, no podía tocarlos. Una prueba, era evidente que no iba a superarla si seguía atacando de esa forma tan ineficiente. Poco a poco los chicos fueron reduciéndolos, yo estaba tan enfadada conmigo misma que ni escuché al padre cuando gritó mi nombre. Usé toda mi fuerza en esa batalla y logré al final ayudarlos un poco.
Cuando acabamos con ellos apareció un dragón igual pero mucho más grande. Thomas le arrojó varias pociones que tenía y lo dañó en exceso con la mezcla. Yo seguía pensando que si Alex y Héctor hubieran estado allí hubiera recibido una fuerte reprimenda, estaba peleando muy mal. En cambio, mis compañeros sí estaban dando lo mejor de sí, y lo pero de todo era que yo también y casi no pude ayudarlos, al menos no con toda mi capacidad.
Cuando por fin acabamos con ese monstruo ella volvió a aparecer y en su mano aparecieron tres piedras y una pluma. Eran nuestros premios.
-Yo no tengo derecho a decidir, peleé horriblemente mal hoy.
Ella me sonrió. Dejé que los chicos eligieran primero. Thomas se llevó una esfera que inserta en su arma podía ayudarlo a obtener mejores disparos. Joshua eligió una espera que le proporcionaba un adicional de defensa a su armadura y Vincent se quedó con la pluma de chocobo que le daría mayor velocidad en un combate. Sabía que me había dejado a mí el mejor de los últimos dos objetos. También era para mejorar la armadura pero no supe exactamente qué hacía.
-Han demostrado su valentía y su lealtad. A la hora de la verdad no debería dejarse llevar por la venganza, el odio o nimiedades- luego le dijo a Vincent- Tu cuerpo es un arma de doble filo, si quieres puedo sacarte la marca que te dejó mi hermana.
-Si puede servir para lastimarla prefiero mantenerla.
-Pero ella podrá ver a través tuyo.
-Entonces por el bien del equipo- dijo mostrándole su cuello.
Ella le metió la mano dentro de la piel y se la arrancó de un golpe, vimos los músculos y los órganos de su cuerpo, pero al instante se volvió a formar. Vincent cayó de rodillas.
-¿Estás bien?- eso debió haberle dolido demasiado, tanto que no me respondió.
-En Sielestene deberán separarse. Hay un solo objeto con el que se puede sellar a Ker-Danull. Ninguno de nosotros los dioses pueden manifestarse fuera de sus recintos sagrados. Este es mi refugio, desde que Cecilia cayó del cielo. Yo he caído aquí mientras que mi marido flota en el viento. Ningún Lucavi puede vivir en el mundo sin una piedra, esta les brinda a los hombres sus poderes de Lucavi. Hay una forma de sacarla, con un objeto…
-¿Cuál?
-El anillo de la dinastía se llama.
Vincent había leído sobre ese objeto en algún lado, estaba seguro. En Alexandria había leído que guardaban tesoros mágicos, así que deberían separarse. Alguien tendría que acompañar a las pequeñas, no podían quedarse en Marnell.
-Yo iré- dijo el padre.
-Ustedes deben organizar a los ejércitos de Janus- les dijo a Vincent y a Victoria- He visto que las tropas de Galbrenos han llegado a Imbrus. Han ido a subyugar a la ciudad.
-Asura ¿hay Lucavis en la Iglesia? ¿Me lo dirás?- le preguntó Joshua.
-Deberías dejar de confiar tanto en la Iglesia. Siento tener que decirte esto, no era mi intención- le respondió ella.
Luego nos pidió ayuda:
-Si tienen algo de tiempo, cualquier ayuda será bienvenida.
-¿Qué necesita?- le preguntó Vincent.
-Lo diré burdamente: soldados y armas. Si Ker-Danull consigue entrar a Eureka traerá seres aún peores.
-¿Y si bloqueamos la entrada?
-No puedo hacer eso- dijo y lo miró a Thomas- Tengo una extensa biblioteca, si quieres puedes buscar en ella.
Thomas no lo podía creer. Dijo que se quedaría allí a proteger la torre y ayudar a reforzarla.
-Solo promete una cosa… No incendies la biblioteca- le sonrió- Luego te podré llevar de nuevo con ellos. Mi poder recién despertó cuando se rompió el sello.
-¿Hay otros espers que combatirán a tu lado?- le preguntó el padre.
-No, nosotros no estamos anclados a la materia, solo somos esencia. Los humanos solo pueden llamarnos por unos segundos. Los Lucavi están atados al mundo por esas piedras, tengan cuidado con ellas. Si Ker-Danull encuentra otra piedra se la puede dar a Galbrenos o a su padre…
-¿Con el tatuaje se fueron mis poderes?- le preguntó Vincent.
-No, tus poderes están atados al caos, la sombra no es mala, solo es la contrapartida de la luz.
-Esa espada resuena con mi energía- dijo Joshua.
-Porque tú eres caótico.
-¿Con esta espada no tengo conexión con Ker-Danull?
-No, la gente de Sielestene la mirará con buenos ojos, solo su general tiene una como esa.
Thomas antes de irnos nos entregó las últimas pociones que le quedaban.
-Tomen, les servirán, nos vemos luego.
Volvimos a la puerta de la Torre mientras Asura le mostraba a Thomas la entrada a la biblioteca. Nuestros amigos estaban allí. Los mineros nos dijeron que habían encontrado una salida al exterior.
-Ustedes no saben nada de lo que pasó acá- les dijo Vincent.
-No… dijeron ellos y se miraron extrañados, ellos no habían visto nada extraño.
Alex estaba demasiado contenta, y eso me pareció extraño. Recordé las palabras de Asura y lo entendí, quería traer a Héctor.
-¿Estás bien Alex?- le pregunté.
-Mejor que nunca.
-No lo podés traer…
-¿Qué? ¿De qué hablás?
-A mí me dijeron lo mismo, que había una forma para traerlo, pero no lo voy a hacer.
-Que bueno, porque yo sí.
-Pero Alex… eso no puede ser bueno. Hacelo por él, no lo traigas. No sabés cómo va a volver.
-El era tu amigo, pero era mi futuro esposo, así que no podrías entenderlo. Voy a ir a Alexandria.

Por fin llegamos al castillo, Janus habló con uno de los guardias y le informaron que alguien ya había dejado el mensaje de que él llegaría allí. Además le dijeron que en Lionus se había armado revuelo por una carta.
-Disculpe maestro, pero la dama me dijo que entregue unos mensajes- le dijo Florian a Vincent.
-¿Qué dama?
Florian se señaló el ojo, después la frente.
El barco que se dirigía a Alexandria ya estaba listo para partir. Alexandra junto a Joshua, Antón y las nenas irían a buscar el “anillo de la dinastía” la única forma de destruir a Ker-Danull. Los demás tenían como destino Sielestene.
Me despedí de Alex, pero su despedida fue tan fría que hizo que me doliera el alma. Fui a despedirme del padre y le pedí que la protegiera.
-No deje que lo haga- le supliqué.
-Tiene que madurar su dolor, no lo hará… me voy a encargar de que no lo haga. Cuidate.
-Lo mismo para usted padre.
-Que Alexander te proteja.
-Vamos- me dijo Vincent, me agarró de la muñeca y me condujo hasta la nave- Nosotros tenemos otras cosas que hacer- obviamente Armand lo miró muy mal.Vi como Alex y el padre se iban en otra con Anton y las niñas, rogué que él pudiera detenerla.

*****

(Escribió Draften)



Cuando la oscuridad se disipó, Kelies se encontraba con Lu y con Armand en un cuarto de cristal, muy amplio, vacío. Todos miraron para tratar de entender dónde estaban, pero el cuarto carecía de puertas.
Estamos apresados- dijo Lú.
Gran deducción- afirmó Kelies.
Victoria, Victoria!!!- gritó Armand.
Es como obvio que no te puede escuchar, ¿no te parece?- volvió a afirmar Kelies.

En medio del cuarto apareció un ojo del tamaño de una persona, y por el ingresó al cuarto una mujer, altura media, cabellos verdes, un ojo en la frente, caminando.

Soy Asura, Dama la Verdad y sus Rostros. Este es mi palacio y los he elegido por una finalidad. Vuestros amigos están bien. Debo decirles que ellos son todos importantes para tratar de detener la guerra que se viene. Todos ellos tienen un papel importante que desempeñar. Las fuerzas de la Oscuridad no cejarán en todo intento por destruir este bastión, único objetivo de la Nube Oscura (Ker-Danul).
Uno de los vuestros ha decidido quedarse aquí, los otros, los que ustedes deberán acompañar, deberán hilvanar un ejército para tratar de vencer y liberar Marina. Mientrás Marina no sea gobernada por un descendiente de la casa Marnell, un portal a la Torre de Cristal se mantendrá abierto, y la Nube Oscura podrá convocar hordas y hordas de ejércitos.
Ustedes son los elegidos, no por los Dioses, sino porque la situación así lo ha requerido. Nuestro poder en Terra ha menguado desde la caída de Secilia (aclaración: Secilia es una ciudad mítica que se dice existía en los cielos y cayó al mundo hace 300 años por una liberación masiva de Mist) y ya no podemos elegir campeones como en su momento, no obstante, mi instinto me dice que ustedes pueden encarar ese papel. Ustedes tres tienen motivaciones distintas a los otros: ustedes buscan objetivos distintos a los de ellos.

Los tres se miraron.
Tu buscas el amor de una mujer- dijo, refiriéndose a Armand- Sufriste la pérdida que ella tuvo, y ahora solo quieres protegerla. La amas con todo tu corazón, pero ella no te retribuye. No dejes que tu amor se convierta en odio, si ella ha de amarte, el tiempo lo dirá.

Tu sigues el camino del renombre. Exploras lugares, fabricas cosas, para pasar a la fama. Te interesa dejar tu nombre grabado en Terra, y mostrarle a alguien lo equivocado que estuvo. Lo lograrás solamente si sabes rodearte de gente de confianza, si dejas llevar tus sueños por carriles de trabajo y superación- aseguró, mientras contemplaba a Kelies.

Por último, desvió su mirada a Lú: Tu eres un espíritu libre, vas donde te lleve el camino, pues lo que buscas lo has obtenido. Ahora depende de tí cuidar ese tesoro. Nunca dudes de tus habilidades.

Soy hermosa!- dijo Lú.

Asura sonrió y dijo: No obstante, deben probar su valía. Y ella se deshizo en el cristal, de donde brotó una criatura horrible, era como un ojo gigante con alas de murciélago.

Kelies y Lú dispararon contra el mago con su arma y su magia. Armand mantuvo la salud del grupo y cuando pudo incluso conectó algún ataque mágico. El monstruo, si bien presentó batalla, no fue escollo para los tres.

La voz de Asura volvió a ser oída: Ahora deben partir con vuestros amigos. No dejen que las dudas los paralicen. Deben ser fuertes en este camino, puesto que, aunque no lo creaís, parte del destino del mundo esta en juego.

Los tres aparecieron junto a sus amigos. Cruzaron unas palabras con ellos y partieron junto al resto.

martes, 10 de febrero de 2009

Fecha 2


Armand (sin las alas)

Un nuevo camino de decisiones se abría ahora, cómo cruzar Marnell hasta el Norte y llegar a Sielestene. Había varias opciones, la primera fue descartada por Janus, el río no era una opción, había que pasar por territorio enemigo, aunque Vincent no estuviera totalmente de acuerdo. Ir por el sur bordeando el mar pasando por las principales ciudades y entrar por el oeste, quizás era válido pero llevaba mucho tiempo que no teníamos. La opción más segura era ir por la Marca Este, el único problema de esa alternativa era que teníamos que cruzar el paso bajo montaña y no sabíamos con que nos podíamos encontrar. Esta era la opción con la que estuvo de acuerdo Alex y fue la que me pareció más sensata (aunque ninguna lo fuera en realidad).
-Yo voto por la guerra de guerrillas- dijo Kelies.
-Eso sería bueno, pero ¿con qué escuadrón?- dijo Alex. Solo éramos nosotros contra un ejército de miles.
-Pero sí podríamos generar enemistad entre los siete leones, todavía tengo esto- dijo Vincent mostrando el sello de su casa- Podríamos enviar correos falsos. Mi padre seguramente va a reconstruir Marina y a sus aliados no va aparecerles simpático que use sus recursos para eso.
-Puede mover la capital a Zeltenia- dijo Janus.
-Créanme, conozco a mi padre. Va a reconstruir la ciudad.
A lo lejos vimos barcos voladores yendo a lo que había sido nuestro hogar. Decidimos ir hacia Lionus primero. Luego hacia la Marca Este. Había que aprovisionarnos, no habíamos podido recatar demasiado del pueblo abandonado. No pude dejar de preguntarme ¿qué será de Lestrange, de mi padre, ahora?
-Che, esto es re-depresión- comentó Lu.
-Es lo que nos toca vivir, por lo menos no estás encerrada en una cápsula antimagia- le dijo su compañero Kelies.
-No existe eso, existe el Mist.
-Nos van a pagar bien por esto.
-No creo que nos paguen.
Vincent aprovechó el tiempo de viaje para adoctrinar Florian, su ayudante, quería convertirlo en un gran hombre.
-Maestro ¿por qué todos lo miran con recelo?- le preguntó.
-Yo no soy maestro, solo decime Vincent.
-¿Usted es el hijo del malo?- le volvió a preguntar en su inocencia.
-Digamos que yo soy el hijo del hombre que destruyó Marina. Ahora, ¿qué es ser malo para vos?
-No ser bueno…
-¿Y qué es ser bueno?
-Ayudar a la gente, a los pobres, el padre Joshua era bueno y nos ayudaba.
-Él es un gran hombre. Fijate que lo que me respondiste es lo contrario al egoísmo.
Pero él no parecía saber que significaba eso.
-Cuando la gente deja de pensar un poco en sí misma y piensa en los demás, eso es lo contrario al egoísmo.
-¿Entonces soy malo por tener hambre?
-No.
Llegamos a un pueblo y había que ir a comprar comida. Decidí pedirle a Lu que viniera conmigo.
-Yo voy con vos- me dijo Armand- puedo ayudarte a pagar más barato…
-No, quiero que vigiles a Vincent, no lo dejes sacar la espada- le dije al oído- Lu ¿querés venir conmigo a comprar al pueblo?- Kelies me miró raro- Si a tu compañero no le molesta- agregué.
-Sí! Vamos!- parecía contenta de desprenderse un poco de ese ambiente tan depresivo, aunque quizás no le fuera mejor conmigo, al menos iba a poder distraerse un poco.
Ella me contó que eran de al Ciudad Imperial, me sorprendí ¿qué hacía dos imperiales en la ciudad el día del ataque? En fin, solo eran viajeros, me estaba volviendo demasiado desconfiada, o paranoica.
-¿El chico rubio es tu novio?
-No, él es mi amigo.
-¡Ah! ¿Entonces es el otro?
-¿Quién?- le pregunté aunque ya sabía a quién se estaba refiriendo…
-El otro, al que no lo quieren mucho…
-Vincent.
-Sí, Vini.
-No, ni siquiera lo conozco- “y no sé si me gustaría conocerlo” pensé- ¿Y vos sos la novia de Kelies?
-No, me parece que él solo quiere divertirse… A mí me gustaría un novio romántico, que me quiera, que me regale muchas flores…- No la escuché más, recordé el día en que Héctor había tapizado de rosas la cama de Alex, sentí deseos de llorar. Creo que ella no se dio cuenta porque siguió hablando de otras cosas que también había visto hacer a Héctor, y recordé lo que había sufrido con cada una de ellas.
Compramos lo necesario y volvimos al campamento. Lu se encargó de repartir la comida y yo le llevé un poco a Alex pero ella la rechazó. Recordé que después del “incidente” yo tampoco había querido comer por varios días, a pesar de lo que Armand me insistió. No podía reprocharle nada. Ella miraba sobre el río fijamente hacia la ciudad.
-¿Viste algo?
-Nada.
-¿Qué creés que van a hacer?
-Seguramente moverán sus barcos hacia Imbrus.
El alquimista se puso a cocinar y Lu quiso ayudarlo. Mientras conversaban, él le preguntó de donde venían. Ella le respondió que eran de la Ciudad Imperial, pero ahora estaban de viaje.
-¿Y qué hacen por acá?- les preguntó Vincent.
-Trabajamos en Marnell, era profesor y ella mi asistente- señaló a Lu.
-¿Y por qué siguen con nosotros?
-Por el vil metal- dijo Lu.
-Por aventuras- dijo Kelies.
-Porque no tenemos a donde ir.
-Ese es un buen punto- dijo Vincent.
La conversación derivó a lo que había pasado en Marina. Lu comentó que el demonio que habían visto hacer explotar el barco de la reina era una invocación.
-Así es, me pregunto quien tendría la capacidad para traerlo- se preguntó Armand en voz alta.
-¿Las nenas?- preguntó Vincent.
-No creo.
-¿Bajo presión? Hay que llegar a Sielestene lo antes posible.
El poder de las invocadoras era muy grande, todos desearon que lo que Vincent creía no fuera una realidad.
Janus estaba meditabundo y Vincent le llamó la atención.
-¿Su majestad? ¿le ocurre algo?
-Nada… solo me quedé pensando.
-Comparta sus pensamientos.
-En Marnell existe un mito. Cuando la dama Marina fundó la capital había un dicho que decía que si la ciudad caía vendría un ángel y nos protegería. Pero eso es solo un mito después de todo…
No debía ser tan así si lo estaba buscando Ker-Danull, pensó Vincent.

Siguieron camino hacia Lionus, el paisaje comenzó a mostrarles ya pequeñas elevaciones. Vincent creyó conveniente comprar dos chocobos más, uno para Lu y el otro para Florian, así podrían acelerar la marcha. El niño no sabía montar pero el que había considerado su nuevo señor dijo que le enseñaría.
-¿Cómo le vas a poner?- le preguntó Kelies a Lu.
-No sé… Kelies estaría bien- dijo ella- ¡Kelies, Kelies!- su amigo la miró- No te decía a vos- y le sonrió.
-¿Siempre es así de simpática?- le preguntó el alquimista.
Lu se ofreció para ayudarlo a cocinar una vez más cuando hicieron un alto en el camino.
-¿Se va a poder comer?- le preguntó Vincent.
-No lo sé, pero va a estar divertido.
-A esto le falta fuego- dijo el alquimista.
-Dejá que yo me encargo- dijo Lu y con una llamarada logró quemar la comida- Uy, creo que se me fue la mano…
Vi que Vincent se acercaba a donde yo estaba.
-¿Qué pasa?- me preguntó.
-¿Por qué te tengo que decir lo que me pasa?- le pregunté a su vez.
-A vos no, a ella.
-¿Por qué te tengo que decir que le pasa a mi mejor amiga?
-Porque ella es nuestro líder militar, no come y no duerme…- me preguntó molesto. No quería decirle nada pero no me iba a dejar en paz así que le respondí:
-No puedo decirle nada porque sé como se siente.
Él siguió esperando más.
-El hombre que amaba se murió hace veinte días y se enteró hace dos.
-Ahora entiendo, disfrute su comida.
Como si eso fuera posible. Me quedé pensando en Alex, a ella debía dolerle mucho más todo eso. Recordé una frase de mi padre “Cuanto más alto estás, más dolorosa es la caída”.
Vincent se alejó pensando, por primera vez desde que abandonara su tierra recordó a Erzebeth.
Decidió ir a hablar con la comandante del grupo.
-¿Agua?- le ofreció pero ella rehusó- le molesta si…
-¿Por qué no va a dormir?
-Porque no tengo sueño.
-No estoy muy parlanchina hoy.
-Yo tampoco.
Vincent se sentó cerca de ella, sobre una roca, y se quedó dormido.
Ese día volví a soñar, siempre tenía sueños de ese día, pero este fue peor. Vi otra vez el momento de la pelea entre Héctor y Ayax, y como todas las veces sabía que no podía intervenir, la impotencia que sentí volvía una y otra vez en ese sueño. Vi como Héctor se moría otra vez y volví a llorar. Él me desafió, me dijo que iba a llegar demasiado tarde, que Lestrange sería arrasado y mi padre moriría porque no tendría su espada para combatir. Tuve mucho miedo de que eso fuera verdad. Tomé la espada y le dije:
-Esta espada va a matarte, sea por mi mano, o por la de mi padre.
Me desperté bañada en sudor, lo odiaba con toda mi alma y ese odio me iba a consumir, pero no me importaba.
Kelies dormía abrazado a Lu, el alquimista estaba despierto y vigilaba el campamento junto a Alex.
Vincent también tuvo un sueño, o eso pareció.
-¿Cuándo vas a asumir el trono?- le preguntó la voz de mujer.
-¿Cuándo saques a mi padre del camino?- le preguntó la voz de mujer.
-¿Cuando saques a mi padre del camino?- le respondió él.
-Te di una espada para hacerlo.
-Si algo estoy aprendiendo de todo esto, es que hay que dejar de pensar en uno mismo para pensar un poco en los demás. Ya no peleo por mí, peleo por mi madre, por mis hermanos.
-Podrías hacerlo si tomaras el lugar del rey.
-Ya hay un rey.
-¿Tu padre?
-No.
-Te voy a dejar descansar, para que pienses lo que podrías darle a tu gente si ocuparas ese lugar.
No faltó mucho hasta que vislumbramos las murallas de Lionus. Las casas tenían como mucho tres pisos, salvo por el castillo que tenía una inmensa torre. En los mástiles flameaba la bandera de las provincias orientales.
Kelies entró en una taberna llamada “El Venado Alegre” y pidió comida para todos. Alex subió a dormir no sin antes pedirme que cuidara a Janus. Envié a Armand a la ciudad a buscar información de cómo estaban las cosas. Kelies dijo que iría a recorrer la ciudad y Vincent que iría a comprar cosas que necesitaríamos para el viaje. Lu se quedó con nosotros. Los que salieron pudieron ver el edicto por el cual aumentaban los precios de todos los productos comerciados en occidente, iban a destruirlos económicamente y Oriente sería aún más rica. Kelies buscó la posta del gremio de exploradores, pero debido al cambio en las reglas del juego estaba cerrado. Él dejó una carta debajo de la puerta, solo comentaba que había pasado allí y relataba el mito de lo que hay en Marina. Luego fue a comprar algunas cosas.
En la taberna las cosas se pusieron difíciles. Janus llevaba obviamente un capucha para no ser reconocido y en un momento se acercaron unos guardias.
-Tenemos sospechas que el señor tiene alguna enfermedad, necesitamos que se quite la capucha por favor.
-Él no va a hacer eso, tiene una malformación de nacimiento, no es contagioso- fue lo mejor que se me ocurrió en el momento, lo mío no era la mentira.
-Entonces no hay problema en que se saque la capucha.
-Está bien, nos vamos. Así no va a ser necesario.
-Deténganse. O nos muestra el rostro o los llevaremos arrestados.
Ante esta afirmación empuñé el nodachi y me dispuse a abrirnos camino a los golpes. No era buena opción, pero era la única, no iba a dejar que lo vieran. Lu y Janus también se prepararon y la batalla comenzó, teníamos que ser rápidos o alertarían a toda la ciudad. Cuando estábamos en plena batalla lo vi entrar a Vincent que cargó desde el frente para ayudarnos y Kelies lo cubrió con sus pistolas.
Alex se despertó con el ruido y bajó cuando ya habíamos reducido a los guardias. Lu estaba bastante herida.
-Alex sacá a Janus de la ciudad, voy a buscar a Armand.
Vincent se quedó a frenar a los guardias que llegaron de a docenas. Corrí por la ciudad buscando a Armand pero no lo encontraba, dos guardias me siguieron, a uno logré matarlo, el otro me seguía. Fui hacia la Iglesia y lo vi a Armand junto a un sacerdote.
-Armand, nos vamos- le dije apremiante.
-¿Qué pasó?- lo agarré de la mano y lo arrastré hacia la salida más cercana.
Varios guardias nos seguían y escuché que Alex me llamaba.
-¡Victoria!- la gente debió haber pensado que estaba loca, peleando ella sola contra los guardias y gritando “Victoria”.
Corrí hacia ella y me tendió la mano para subir al chocobo. Armand subió detrás de Vincent.
-¡Cierren las puertas!- gritaron los guardias, pero yo no iba a permitirlo, usé la emanación de energía de mi hoja para inutilizar a los guardias que intentaban cercarnos. Al mismo tiempo un balazo de Kelies terminaba el trabajo.
Logramos salir a tiempo y escapamos gracias a los chocobos.
-Debemos ocultarnos en las montañas- dijo Alex- Nos van a seguir.
Encontramos un refugio entre las primeras colinas. A la noche descansamos, no sin antes borrar nuestro rastro. Al día siguiente comenzamos a avanzar por las primeras sierras. Nos movimos siempre de noche y nos abastecimos en los pequeños pueblitos. Pasaron quince días tranquilos. Nadie más nos molestó en el camino. El terreno ahora era montañoso y las pendientes cada vez más pronunciadas. A lo lejos se distinguía las montañas más altas del Techo del Mundo. Por sobre ellas no había forma de cruzar, ni en barcos voladores.
Llegamos por fin a la Marca Este. Una ciudad de veinte, veinticinco mil habitantes cuya principal actividad era obviamente la minería. Además estaban construyendo un tren que se veía detenido al costado de la grieta que ingresaba en la montaña, aunque aún estaba fuera de funcionamiento. Kelies estaba fascinado porque vio el sello de su maestro en la construcción. Se detuvo de ir a hacer averiguaciones solo porque Lu lo frenó.
La puerta que teníamos que cruzar para llegar al otro lado tenía treinta metros de altura y llevaba por oscuros túneles al otro lado de las montañas, eran cinco días de caminata bajo la roca. Había caravanas cruzando en ese momento y vimos como revisaban todos los carros. La ciudad estaba custodiada por guardias de la Cis-Ariana. Había un edicto que gracias a los dioses logramos ver antes de que fuera demasiado tarde:
“Se busca: Se busca un hombre encapuchado que podría ser el causante de la caída de Marina. El duque Lazlo y el gran Ayax dieron cuanta de las criaturas infernales. Acompañan al sospechoso, el hijo del duque Justorius, y la capitana de la guardia real Alexandra”.
También buscaban a Armand, así que él se quedó con ellos mientras yo ingresé a la ciudad para hacer algunas averiguaciones. Me revisaron cuando entré y no tuve mayores inconvenientes, dije que era una viajera. Adentro vi bastante actividad. La gente se dirigía hacia el paso y noté que revisaban todas las carretas, iba a ser difícil pasar por allí. Tendríamos que buscar ayuda.
Cuando volví les informé lo que había visto, Lu dijo que quizás podíamos entrar con una caravana, luego volver a tras a buscar al resto y espera que la suerte quisiera que no nos volvieran a requisar. Pero eso era muy peligroso. Decidimos volver a entrar, esta vez Vincent, Kelies y Lu me acompañaron. Kelies se hizo pasar por vasteroniano vendedor de artesanías. Por suerte Lu tenía varios anillos que los hicieron salir del apuro. Vincent se hizo pasar por un viajero. Era bueno para esas cosas. No le hicieron demasiadas preguntas y pasamos.
Fuimos a una taberna y Vincent dijo que se encargaría. Quería “contratar” un paso, siempre había “mercado negro” en esas situaciones. Kelies, Lu y yo nos sentamos a una de las mesas, no muy lejos había un hombre leyendo un libro, me pareció que había dado alguna especie de señal, pero nada pasó.
Vincent habló con el tabernero quien le dijo que no sabía nada de esas cosas, así que él vino a sentarse con nosotros. El tabernero vino a servirnos y Lu pidió que le trajeran un licor. Él fue a buscarlo y luego se sentó a la mesa con nosotros. Olí la mezcla que había traído, estaba segura que no tenía nada y lo tomé. Luego no recuerdo nada más.

Vincent vio como los tres caíamos dormidos y el tabernero le preguntó:
-¿Quién eres?
-Soy el emisario del hijo del duque de Zelten- Vincent no podía hacer nada más, se había quedado solo, y estaba en la peor condición para negociar.
-No me gusta que me mientan… Ahora de nuevo… ¿Quién eres?
-Soy el hijo del duque. Necesito pasar “mercancía” hacia el otro lado.
-Muy bien, le costará mil monedas.
Vincent comenzó a regatear el precio hasta que las mil monedas se convirtieron en setecientas cincuenta., que aún así era una fortuna.
-Hecho- cerró el trato el tabernero.
Cuando despertamos fuimos a buscar a los demás. Vincent estaba furioso, lo habíamos dejado solo en una situación complicada. Pero bueno, después de todo yo no era su guardaespaldas así que no me importó. Cuando quisimos entrar con el resto fue más complicado. El guardia no quería dejarnos pasar hasta que llegó otro y le dijo “O pasan o se acaba el trato” así que el otro no dijo más nada y nos permitió el paso.
Fuimos hacia otra entrada, era un túnel que llevaba al camino principal. Nos dijeron que había una casa que ocultaba el paso, una vez allí teníamos que tomar las bifurcaciones derecha – derecha – izquierda – derecha.
-Un gusto negociar con ustedes- se despidió.
-Sí, un gusto- dijo Vincent molesto entregando la segunda parte del pago, ese viaje le había costado setecientas cincuenta monedas de oro.
Pero no todo fue tan fácil, al poco tiempo de caminar nos dimos cuenta de que las indicaciones no iban a servirnos de mucho, había dos pasos hacia la derecha, uno que subía y otro que bajaba. Nos habían estafado.
-Hay dos opciones, o elegimos un camino o volvemos- dije. Decidimos ir hacia abajo. Pasamos por varios pasillos siempre intentado seguir las indicaciones, pero llegó un momento en que ya no había más indicaciones que seguir y usamos nuestro instinto. Caminamos hasta llegar a un gran pasillo por donde pasaban las vías del tren, decidimos seguirlas, aunque no estábamos seguros de que fuera el camino correcto. Escuchamos voces cercanas.
“Este lugar no me gusta”
“Tenemos que seguir por este camino”
Continuamos camino por túneles que no sabíamos hacia donde llevaban, aunque algunos querían auto convencerse de que íbamos por el camino correcto. En un momento escuchamos:
-¡Auxilio! ¡Ayúdennos!
Corrí hacia allí de inmediato, lo que no esperaba era que terminaríamos cayendo por una grieta y perdiendo el camino que seguíamos. Los que habían gritado eran dos mineros. Uno de ellos sostenía al otro que se había caído por la grieta. Lo ayudé a subirlo y cuando miré allí abajo vi un resplandor azul. Seguí la luz, creo que los demás me siguieron porque ya daba lo mismo que camino tomar, hacía rato que estábamos perdidos.
Llegamos a un estanque rodeado de magicita, en las paredes, techo y suelo había enormes trozos de este valioso mineral. Kelies empezó a recolectar y me agradecía pro haberlos dirigido hacia allí. Al menos alguien sí estaba contento.
Caminamos bordeando un pequeño río interior y llegamos hasta un estanque, estaba todo iluminado de azul y la magicita se reflejaba en el agua, era un espectáculo que jamás había visto. Una escalera de cristal subía hacia arriba, enseguida fui hacia allí y Alex me dijo que tuviera cuidado. Al final de la escalera nos esperaba una puerta con el símbolo de Géminis. Esperé a que los demás llegaran, no parecía haber forma de abrirla, al menos no por métodos convencionales.

jueves, 5 de febrero de 2009

Fecha 1


Alexandra


Pasaron veinte días hasta que llegamos a Marina. Había estado custodiando el cuerpo de Héctor durante todo ese tiempo y a pesar de que la putrefacción ya había llegado a hacerlo oler muy mal no le permití a Armand relevarme. Cuando cruzamos las puertas unos guardias nos recibieron pero Armand los alejó enseguida. Ayax no había regresado y Héctor tampoco, lo que enseguida levantó rumores, tenía que actuar rápido.
-Armand, tenés que ir a halar con la reina.
-¿Lo vas a llevar a la iglesia de su amigo?
-Sí, por favor avisale lo antes posible.
Caminé junto al chocobo llevándolo de la brida. No hablé con nadie en el camino. Al llegar me recibió un niño y le pedí hablar con el padre Joshua Losstaroth. No sabía como iba a darle la noticia, mi cabeza era una total confusión pero no había nadie más que yo que pudiera hacerlo, y de haberlo, no lo hubiera permitido.
Me llevaron junto al padre, él me miró seriamente, seguramente se me había impregnado el olor del cadáver.
-¿Padre Joshua Losstaroth?
-Sí… ¿le pasa algo?
Le mostré el colgante de Héctor.
-Él quería que lo tuviera- y lo dejé en su mano. Las lágrimas bañaron mi rostro una vez más.
Él miró hacia el chocobo y se acercó, destapó la manta que lo cubría y observó un horrible cuadro: al amigo de su infancia en total estado de descomposición.
-Mi amigo no se animó a hacer el ritual de envío, él es un mago blanco.
-¿Qué pasó?
-Ayax nos traicionó- le relaté resumidamente lo que había pasado y finalicé- Tengo que ir a hablar con una persona ¿puedo dejarlo en sus manos?
Él asintió. Miré por última vez el cuerpo del que había sido el hombre que amé y me dirigí hacia la Academia. No quería que Alex se enterara por nadie más que por mí.

Cuando llegué Alex estaba en nuestra habitación. Me recibió con su rostro sonriente, el mío no reflejaba más que dolor.
-¡Hola Victoria! ¿cómo fue todo?
Me quedé callada, sin saber qué decir ¿cómo iba a poder decirle que su futuro marido estaba muerto.
-Tuvimos problemas…- dije y me contuve para no llorar.
-¿Qué pasó? ¿Dónde está Héctor?
-Comencé a relatarle lo que había ocurrido, de la traición de Ayax, pero ella no quería escuchar más.
-¿Dónde está Héctor?- repitió.
-El está muerto- le dije, había sido lo más difícil que había tenido que hacer en lo que llevaba de existencia- Ayax lo mató.
Ella se quedó quieta, mirando hacia a nada. Yo me acerqué y la abracé, pero ella me rechazó.
-¿Dónde? ¿Dónde está?- dijo con voz de otro mundo.
-Lo dejé en la Iglesia de su amigo.
Ella se paró y corrió hacia allí y me dispuse a seguirla.
-Quedate acá y organizá las tropas.
-No, quiero ir con vos.
-¡Vas a desobedecer mis órdenes! Quedate acá y organizá todo lo necesario.
No podía hacer más que obedecerle. No descansé, no me aseé, así como estaba no me detuve hasta no haber concluido. Mi misión ya estaba cumplida, yo ya no tenía más derecho a estar con él. Armand me vio luego de varias horas. Me dijo que él ocuparía mi lugar, que fuera a descansar un poco. Yo sabía que no podría hacerlo.
-¿Pudiste hablar con la reina?
-Ella ya está al tanto de todo. Deberías ir a descansar.
-¿Sabés si ya pudieron enviarlo?
-No lo sé…
Vimos volver al mago rojo y a una pequeña niña, eran la invocadora y su guardián.
-Ya se ha hecho- me dijo el mago y la niña asintió.
-Gracias.
Fui a mi habitación me bañé y caí rendida sobre la cama, no sabría decir hacía cuanto que no dormía. Mi sueño fue intranquilo. Soñé con Alex, ya nada iba a ser lo mismo entre nosotras, lo sabía. En el sueño lloraba pero a la vez supe que de ahora en más, además de matar a Ayax mi objetivo era estar junto a ella y ayudarla en todo lo que pudiera.

El padre Joshua pidió audiencia con una de las invocadoras, pero el guardia le dijo que para eso primero tenía que hablar con el obispo. Él cayó en la cuenta que había salteado todos los procedimientos debido a la prisa.
-Es muy difícil lo que está solicitando.
-Lo sé y pido disculpas, pero el asunto es muy urgente. Mi amigo lleva muerto ya veinte días.
El guardia conmovido le dijo que esperara, que haría todo lo posible. Mientras Joshua esperaba comenzó a pensar toda la repercusión política que tendría el hecho de la traición de Ayax. Esperó una media hora y vio salir a una niña, estaba toda cubierta por una capa, y lo miró con sus ojos azules sin pupila. Un mago rojo salió junto a ella y le dijo:
-Soy el guardián.
Joshua los condujo hacia la iglesia sin demora. Al llegar vio a Alexandra, la prometida de su amigo llorando sobre el cuerpo desconsolada. El apoyó su mano sobre el hombro de ella. Luego se abrazaron.
-¿Qué está pasando?
-No lo sé. Victoria dice que Ayax se volvió loco… Fueron a una misión a Zelten- En ese momento Joshua recordó la carta con el sello de esa familia que descansaba en uno de sus cajones. Un niño se la había dejado justo después de que le trajeran a su amigo.
La invocadora comenzó a realizar un baile ritual, el lugar comenzó a llenarse de luces y pudieron ver la forma de Héctor en el aire. Solo era una figura de luz pero se alcanzaban a ver sus rasgos. Héctor le palmeó el hombro a su amigo y luego acarició el rostro de Alex. Ella se desmayó y el padre la sostuvo; mientras lloraba en silencio, la llevó a la iglesia.
La invocadora le sonrió y él le dijo:
-Humildemente te agradezco todo lo que haz hecho.

Lu estaba dibujando tranquilamente cuando lo vio venir a Kelies. Él vio que dibujaba palotes con forma humana, esa niña era demasiado tierna e inocente. El ingeniero había recibido una invitación a una cena en el castillo, podría llevar un acompañante. Además debía recoger a un alquimista en una escuela llamada “El dragón rojo”.
-Lu
-¿Sí?- ella dejó de dibujar y lo miró.
-Tenés que arreglarte, tenemos una cena.
-¿Me vas a invitar a cenar?- dijo sonriendo alegremente.
-Se podría decir que sí.
Emprendieron la marcha y llegaron a la escuela algunas horas después. No tardaron en reconocer a los tres acompañantes. Thomas Alrich era pelirrojo y llevaba gafas. Lo acompañaba una chica muy bonita que se presentó como Isabella Dupleton y un hombre rubio director de la escuela de alquimia el Sr. Adam Scorchin, completaba el grupo.
-Thomas ¿prometés no quemar nada hoy?- se burló Bella.
-No tengo nada en las manos- dijo levantándolas.
Kelies no entendió cuando comenzaron a hablar de pociones y alquimia pero sí se concentró cuando comenzaron a hablar de armas de fuego. Parecía que Thom había visto armas de Mist en el imperio y estaba decidido a replicarlas.
-Pero por favor lejos de la escuela- le dijo el Sr. Scorchin.
No llevó mucho más tiempo el viaje, atravesaron los hermosos jardines y comenzaron a entablar conversación con otras personas del lugar.

Vincent llegó a la capital de Marnell. Marina era una ciudad enorme con sus torres, edificios y hasta un tren. Lo primero que hizo el joven noble fue buscar una posada. Entró en una taberna, pidió una habitación y un lugar para que pudiera reponerse su chocobo, ahora exhausto por haber tenido que forzar la marcha. La posadera tomó las cinco monedas de oro y sin hacer preguntas le indicó su habitación, además ordeno a un niño que oficiaba de ayudante que se encargara de la montura. A su vez le sirvió comida y bebida de calidad a su adinerado huésped, el cual si bien tenía gustos extravagantes como pedir plato, usaba cubiertos y vasos de pobre, sus monedas de oro harían que cumpliera todos sus caprichos sin chistar.
Mientras Vincent disfrutaba la comida escuchó los rumores de boca de los parroquianos:
“Dicen las malas lenguas que nos van a venir a atacar”
“¿Quiénes?”
“Los orientales”
“¡Eso es imposible!” dijo otro levantándose de su asiento ruidosamente.
“Nosotros tenemos a Ayax”
“¡Sí! ¡Brindemos por Ayax”
“¡Por Ayax!” y toda la taberna brindó por su héroe, Vincent se quedó callado, él sabía que esto ya no era más así.
“Y si la situación se pone difícil Sielestene va a mandar a su guardia” En la taberna se hizo un gran silencio.
“No sé si quiero ver a la guardia negra caminar por la ciudad” dijo su compañero.
Luego de cenar Vincent subió a su habitación y tuvo un sueño no muy grato.
-Me dejaste, jamás me preguntaste que me pasó. Si me habían amenazado con hacerte daño, si estaba entre la espada y la pared…
Todo comenzó a cubrirse de sombras y otra voz se interpuso:
-Yo nunca te voy a dejar…
Vincent intentó despertar de ese mal sueño y cuando lo logró decidió ir a caminar por la ciudad. Fue hacia el centro donde los edificios eran más lujosos y encontró la embajada de Zelten, la mayor cantidad de las casas ricas eran orientales y “casualmente” en ese momento no había nadie habitándolas.
A lo lejos vio el castillo y buscó otra posada. Volvió a dar su nombre falso y una vez que tuvo nueva habitación volvió a la taberna, se llevó sus cosas y al chocobo.
-Niño, ¿te gustaría trabajar para mí? Te pagaré dos monedas de bronce a la semana.
El niño no podía creerlo, él no ganaba eso ni en un año, ni siquiera vendiendo sus obras de madera tallada y Vincent había sido el último comprador. No lo dudó un segundo y se puso a su servicio.
-Tu primera tarea va a ser entregar estas dos cartas. La primera se la entregarás a un guardia, es para la reina. Y asegurate que la reciba.
-¡Ah sí! Tengo un conocido adentro del castillo si quiere puedo pedirle que se la entregue.
-Hazlo. Y la otra es para el padre de la Iglesia de Alexander.
En la carta a la reina Vincent había escrito:
“Lamento mucho que su general los haya traicionado a favor de mi padre” y pedía una audiencia con ella lo antes posible.
Vincent se despertó en su nueva habitación y cuando bajó encontró al niño que le dijo que ya había entregado las dos cartas y le dio otra misión, ir al pueblo a escuchar todo lo que pudiera sobre los orientales y luego volviera a repetírselo.
No pasó mucho hasta que llegaron del castillo para acompañarlo a una audiencia con la reina. Vincent subió a su chocobo rojo y emprendió el camino.
Al llegar a sus puertas reconoció una carreta muy lujosa, de los reinos de Galion. La carreta se frenó al llegar al castillo y de ella bajó un hombre joven, corpulento, de cabello negro y armadura completa del mismo tono. Tenía una espada al cinto. Junto a él bajó una muchacha, portaba una ballesta y él la llamó “Venova”
-Joven Justorius, que sorpresa.
-Señor de Galion, es un placer verlo.
-Supongo que tu padre no sabe que estás aquí…- le dijo, aunque seguramente él ya estaba al tanto de todo, o eso parecía.
Un guardia los recibió y les dijo:
-La reina hablará con ustedes.
Cuando Vincent entró al despacho se encontró con una mujer rubia muy bonita, que contaba aproximadamente cincuenta años de edad.
-Vincent, no te veía desde hace años.
-Su excelencia- dijo haciéndole una reverencia.
Él no dio rodeos y explicó claramente la situación en la que se encontraban, sobre su padre y la inminente guerra, sobre la traición de Ayax y había también algo más…
-A la derecha de mi padre hay una mujer… Ker-Danull tiene una relación algo íntima con las sombras.
-Una hechicera de la oscuridad.
La reina le dijo que un mago blanco ya le había confirmado lo mismo y le agradeció en el peligro en el que se había puesto para ayudarlos.
-Yo he venido a prestar mis servicios, estaré en primera línea de batalla cuando lleguen las fuerzas de mi padre.
-Yo fui la que le dio el poder a vuestro padre, y debo encargarme de todo lo necesario. Por favor ven hoy a la reunión. Daré un discurso esta noche.
Vincent salió y fue a prepararse para ese acontecimiento. Llegó al hotel y al poco rato el niño le avisó que el padre había venido como lo solicitó.
-¿Qué significa esa carta? ¿Qué tienes que ver con Zelten y lo que está ocurriendo aquí?- le preguntó Joshua.
-Por favor, vayamos a un lugar más tranquilo, aquí podrían escucharnos, ¿le molestaría subir a mi habitación?
Mientras subían Vincent fue contándole sobre Zelten, y ya a resguardo le dijo básicamente lo mismo que a la reina.
-Ayax comandará el ejército de mi padre.
-Eso no puede ser.
-Sí es posible, por eso vine a alertarlos. La mano derecha de mi padre es… como decirlo, podría ser una maga oscura. Al dominar a mi padre domina a todo Zelten.
Joshua conocía demasiado bien a la oscuridad. Vincent le pidió acompañarlo a la Iglesia. Necesitaba hacer algunas preguntas.
Cuando llegaron los recibió el obispo Karel. Enseguida el padre Joshua le dijo:
-La situación es mucho más complicada de lo que esperábamos. Le presento a Justorius.
-¿Usted es pariente del duque?- le preguntó a Vincent.
-Soy su hijo.
El obispo los invitó a su despacho, esas cosas eran mejor hablarlas entre cuatro paredes. Les ofreció sentarse y luego le preguntó al joven:
-¿Qué motivos lo traen, señor Justorius, a nuestra hermosa ciudad?
-Justamente eso, porque quiero que esta ciudad siga siendo hermosa. Vi a su antiguo general comandando las fuerzas de mi padre, y a una mujer que lo acompaña, su mano derecha Ker-Danull.
-Cuenteme más sobre Ker-Danull
-Cuando ella apareció mi padre nos envió muy lejos a mis hermanos y a mí. Mi madre se enfermó y se terminó suicidando cuando mi padre tomó como esposa a mi prometida.
Joshua lo recordaba muy bien, a Ker-Danull se la conocía como “la nube oscura” y pensó “Ese es nuestro lucavi”
-Solicito instrucciones- le dijo al obispo.
-No puedes pelear contra la nube oscura… cuenteme más- le pidió a Vincent.
-Es que no sé mucho más.
-Muy bien, es muy buena la información que nos proporcionó.
-Una cosa más deben saber, ella tiene un secuaz, se llama Ker-Dalis.
-Me gustaría asignarle al padre Losstaroth para que sea su escolta- finalizó el obispo.

Cuando desperté recordé que debía asistir a la reunión que anunciara la reina. No tenía ánimo para ir a ninguna parte, pero quizás allí pudiera reunir información sobre el paradero de ese maldito. Me vestí y me dirigí hacia el castillo.
En la mesa que me habían asignado estaba Armand, el padre Joshua, un muchacho joven que se presentó como Vincent, y más hacia la punta de la mesa, una niña vestida de negro que llevaba un sombrero en punta y a su lado un chico de cabellos castaños.
El muchacho Vincent se presentó. Debía ser un noble porque me besó la mano, pero mi rostro era de piedra. No había atisbo de emoción en él. Le pregunté al padre dónde estaba Alex y me dijo que la había dejado en la Iglesia. No recuerdo en que momento supe, creo que fue el padre que dijo su verdadero nombre, el tal Vincent era hijo del duque de Zelten.
-¿Qué tan confiable es?- le pregunté al padre.
Creo que él no confiaba en nadie más que en sí mismo.
Cuando al salón entro Galbrenos, el regente de Galion junto a su mujer, el muchacho nos dijo:
-Galbrenos es uno de los ayudantes de mi padre.
Por el momento me controlé. Los ayudantes de esa basura estaban en la reunión y yo estaba a la mesa con su propio hijo. Mi mano descansó sobre el mango de mi nodachi. La reina se paró de su asiento, se dirigió hacia una tarima y empezó su discurso.
“Queridos amigos, gracias por estar aquí. Bien, no son buenas noticias las que tengo que dar. El general Ayax se unió al duque de Zelten”
Galbrenos y su mujer esbozaron una leve sonrisa, no podía creer lo descarados que eran. El salón se llenó de murmullos como era de esperar. La gente había escuchado que su héroe los había traicionado, yo seguramente hubiera reaccionado igual de no haberlo sabido.
“La pérdida de Ayax es un gran peligro porque él entrenó a nuestras tropas y por consiguiente conoce sus fuerzas y debilidades. Ahora es cuando más necesito la ayuda de todos ustedes y declaro que nuestra ciudad no va a caer.”
Ya no había nada más que escuchar, antes de irme le dije al hijo del duque.
-Espero que no seas tan basura como tu padre.
Él me tomó de la muñeca y me dijo:
-Yo no soy mi padre.
Cuando la reina finalizó Galbrenos se puso de pie y pidió la palabra.
-¿Puedo pedir permiso para hablar? Como señor de Galion y socio del duque de Zelten, debo decir que se equivocan.
-¿En qué nos equivocamos?- le dijo la reina.
-En pensar que van a detenernos- no podía creer lo que estaba escuchando- Nosotros ya hemos contemplado varias cosas, las provincias del este son ricas y queremos liberarnos de vuestro yugo opresor. Podemos hacerlo por las buenas o por las malas.
-¿Por qué ahora la codicia los consume?
-No es justo que debamos asignar cantidades ala parte ociosa de Marnell- lo hubiera matado allí mismo sin pensarlo, era increíble su caradurez.
-Perfecto señor Galbrenos, sabrá entender que le pediré que se retire.
El duque siguió en su asiento como si nada me dirigí hacia su mesa, otros cuatro soldados hicieron lo propio.
-Señor, la reina le pidió que se retire- le dije.
El hizo como si no me hubiera visto ni escuchado, era un vil insecto a sus ojos.
Vi que Vincent se acercaba también. Él le dijo que se retirara.
-Gracias a ti tenemos todo lo que queremos- dijo al hijo del duque.
Afuera una oscuridad sobrenatural comenzó a oscurecer los alrededores del castillo, yo ya había presenciado ese mismo fenómeno en Zelten.
-Protejan a la reina- dijo Vincent y se dispuso a cruzar las sombras, pero Joshua lo detuvo.
Volví al salón, esa frase me hizo caer en la cuenta de que quizás la oscuridad se debía a que querían hacerle daño a su majestad. Cuando entré lo vi al maldito traidor en un rincón, pero desapareció de mi vista en un segundo. La reina estaba en su asiento, pero su mirada estaba perdida, al igual que todos los que se habían quedado allí.
Escuché un grito: “¡Se han llevado a las niñas!”. El objetivo no era la reina sino las invocadoras. Cuando salí nuevamente vi a las puertas el ejército de Zelten, al final de sus filas, estaba Ayax. Calculé cincuenta mil aberraciones y trescientas máquinas de asedio. Eran demasiados.
Cuando la oscuridad se disipó lo vi a Vincent correr hacia la ciudad. Me dirigí hacia las puertas y presencié como las catapultas arrojaban piedras que iban a estrellarse contra los edificios de la ciudad. La gente gritaba enloquecida y corría por las calles intentado huir. Las catapultas apuntaron hacia la muralla y fácilmente crearon una brecha. Me dispuse a cubrirla y vi al padre Joshua a pocos metros dispuesto a hacer lo mismo. Sobre la muralla estaba el muchacho de cabellos castaños, su nombre era Kelies y vi como se disponía a manejar los cañones. Lu estaba a su lado arrojando fuego hacia el ejército enemigo. También había un chico pelirrojo arrojando pociones a las aberraciones de abajo que las hacían explotar.
La ciudad era un completo caos, habían cumplido su objetivo. Alex atrás mío intentaba organizar a los soldados.
-¡Váyanse! La ciudad ya está perdida yo los cubriré- nos dijo al padre y a mí.
-No me iré- le dije, como si hubiera sido posible para mí irme de su lado. Yo también la entendía, quería morir al igual que ella.
El padre no se movió de su lugar, tenía un callado pero las aberraciones caían ante una energía invisible que salía de él, era una guadaña de energía pura.
Armand estaba atrás, le pedí que se fuera, pero no me hizo caso, sentí que cuando me golpearon él había usado su poder para cerrarme la herida. Él estaría conmigo hasta el fin. Lo vi venir a Vincent que con su lanza se disponía a combatir a las fuerzas de su propio padre.
Los cañones disparaban pero las enormes balas eran engullidas por las sombras, Kelies disparaba desde arriba de al muralla y Lu lo asistía con sus ataques de rayo. Pero comenzaron a trepar y en un momento no pudieron seguir deteniéndolos, decidieron bajar y escapar.
-Repliéguense hacia el castillo- ordenó Alex.
Todos vimos que el barco de la reina alzaba vuelo lentamente, pero cual invocación demoníaca un horrible ser gigantesco hizo su aparición en escena. Hubiera dicho que era el mismo sirviente de Última, y con un terrible rayo destruyó el barco, que explotó en medio del aire. La reina había muerto.
-Vamos, ya no hay nada que proteger aquí- dijo Alex. La seguí, la ciudad estaba infestada de aberraciones. Subí a un chocobo y cabalgamos junto a Lu, Kelies, Vincent, el padre Joshua y el heredero al trono, el hijo único de la reina, Janus. También vino el pelirrojo alquimista.
Cabalgamos sin descanso hacia el Norte, hasta llegar aun pueblo abandonado. Vincent sugirió descansar allí. Aprovechamos para aprovisionarnos, no teníamos nada con nosotros, salvo los chocobos y nuestras armas. Nosotros éramos lo único que quedaba de la hermosa capital de Marnell.
Armand me buscó, yo estaba dentro de una casa ahora abandonada. Los brazos alrededor de mis rodillas, llorando. Lo vi entrar a Armand que se sentó cerca de mí.
-Deberías dormir un poco.
-No voy a poder hacerlo.
-Deberías intentarlo, a tu padre no le hubiera gustado que perdieras tu vida en el odio…
Mi padre… lo extrañaba tanto ¿Qué sería de Lestrange ahora? Armand tenía razón (al menos en lo concerniente a descansar). Me di vuelta contra la pared y me acoté en el frío suelo. Antes de dormir sentí que él me cubría con su capa.
Cuando me desperté salí de la casa. Estaban todos reunidos. El chico pelirrojo me acercó un cuenco de comida. Comí, no sabía ya cuando había sido la última vez que probé bocado. No le sentí sabor a la comida, pero me obligué a tragar.
-Siento si fui muy dura al decírtelo, no era mi intención hacerlo así.
-No importa. Hace una semana atrás era la mujer más feliz, hoy solo quiero morirme.
Yo no podía decirle nada a eso, porque yo también quería morir.
-Yo voy camino a Sielestene- dijo el príncipe Janus- Voy a buscar ayuda.
-Iré con usted, su majestad- le dijo Alex.
-Yo también iré- le dije.
El camino hacia Sielestene sería triste.

Antes de marchar de la ciudad ocurrió algo, el padre Joshua gritó y corrió con su arma en mano hacia el pueblo. No entendí que estaba pasando y lo seguí. Alex se había quedado haciendo la guardia. Cuando llegué vi a Vincent apuntando con su lanza a Joshua y el padre preparando su guadaña. Les pregunté que era lo que estaba pasando allí, dispuesta a detenerlos.
-¿Qué tenés ahí? Nos vendiste- le dijo el padre.
-Yo no vendo a nadie.
-¿Qué es esa aura?
-Eso, es esto- dijo sacando una espada negra con extrañas escrituras- pero no la toques.
-¿Por qué tenés ese arma?
-Por que me la dio Ker-Danull.
Cuando dijo ese nombre no lo podía creer. Tenía una espada de ese demonio, todo el tiempo la había tenido.
-Damela- le dije.
Él me la extendió y al tocarla sentí dolor en mi brazo, esa espada me había dado una descarga. La arrojé al piso y moví mi mano dolorida.
-Hay que destruirla- dije.
-¿Vas a destruir lo único que puede matarla?
Me pregunté como sabía todas esas cosas. Nos mostró a su vez un tatuaje que recorría su cuello. Dijo que ella se lo había hecho. La mirada del padre me convenció de que no podía ser nada bueno. Le apunté con el nodachi.
Él comenzó a contarme parte de su historia. Parecía que había sido víctima de su propio padre, él había desposado a su prometida y había enviado a sus hermanos muy lejos. El padre ya se había ido y Kelies había estado escuchando la conversación, ni siquiera lo vi cuando entró.
No lo dejé seguir, le dije:
-Llegás a sacarla y no me hago responsable- acto seguido me fui de la habitación.
Cuando volví a donde estaba Alex le pregunté por el padre, me dijo que se había ido a la ciudad. Estaba loco si había vuelto a Marina.

Luego de hartarse de la cháchara Joshua fue a hablar con Alex, le dijo que volvería a la ciudad. No podía dejar a los niños, si solo podía salvar a uno, debía regresar.
-¿Qué vas a hacer tú?
-Ir a Sielestene. Solo me queda mi lealtad a la corona.
-Él era mi hermano…
-Sería bueno que vengas con nosotros.
Pero Joshua ya se había decidido, iba a volver a Marina, o a lo que quedara de ella.
-Que el padre sol te bendiga.
-El padre sol deja que sus hijos se mueran mientras se ríe de ellos. Ya no puedo creer más en él.

Luego del percance Vincent decidió que debía probar la espada, no sabía aún lo que hacía. Se acercó a Alex y le dijo:
-Voy a alejarme unos metros del campamento.
-¿Para qué?
-Quiero probar algo y no quiero que los ánimos vuelvan a alterarse.
-Podés hacerlo acá.
Vincent desenfundó la espada y cuando lo hizo escuchó una voz ya familiar, que le decía:
“¿Me estás llamando? Siempre estoy aquí príncipe de Marnell.”
Vincent enfundó enseguida la espada.
-No hace nada- mintió- ¿Vos viste algo?
-Un pedazo de metal hermoso, si tiene algún poder no sé cual será.
Cuando amaneció emprendimos camino a Sielestene. Habíamos acordado que nuestra otra prioridad será buscar un mago gris, teníamos que encontrar a las niñas. Me pregunté para qué estaban buscando esos malditos dos invocadoras, no debía ser para nada benigno.